Apoco más de 200 kilómetros al sur de la capital de Córdoba, en General Cabrera, se encuentra un establecimiento clave para el sector manisero de Argentina y buena parte de la región. Se trata de El Carmen, un semillero de maní, que a través de la incorporación de biotecnología ha marcado el pulso de esta actividad gracias al grado de innovación e impacto en el complejo.
Hace poco menos de un año fue noticia por haber empleado por primera vez en el país la selección asistida por el uso de marcadores moleculares para incorporar genes de resistencia a dos enfermedades producidas por hongos del suelo: carbón (Tecaphora frezii) y tizón (Sclerotinia minor). Estas causan las mayores pérdidas por factores sanitarios en la producción del maní, un cultivo que en Argentina genera ventas al exterior por unos U$S 1.000 millones.
Esta semana se realizó la Jornada a Campo organizada por semillero de General Cabrera en donde los asistentes pudieron acceder a los últimos avances genéticos en las distintas variedades del cultivo.
“Sara se dedica más a llevar adelante El Carmen y yo a lo que más me gusta: viajar a diferentes países supervisando las evaluaciones de las variedades y a difundir lo que hacemos”, sostuvo el titular del criadero de semillas, ingeniero agrónomo Juan Soave. Sara y María Eugenia, sus dos hijas, junto a los yernos del titular de El Carmen, trabajan en el establecimiento.
APASIONADOS POR EL MANÍ
Se trata de una familia apasionada por el maní, que continúa el legado de generaciones anteriores que eran productoras. Ellos, en cambio, están abocados a la producción de semillas.
Juan Soave se ocupa de narrar de manera precisa y apasionada su historia relacionada con el maní. Su inquietud arranca una vez recibido, en 1974, y se refuerza con un viaje a Estados Unidos donde observó que lo se hacía allá en materia de producción. “Era muy distinto a lo que veíamos en Argentina”, contó.
Años después, en 1977 coorganizó un viaje con otros profesionales, productores y miembros del Inta al estado de Georgia para conocer cómo se producía maní en el país que, además de líder mundial era uno de los grandes consumidores.
“De ese viaje me traje en forma ilegal semillas de maní en un paquete. Quería probarlas acá. Tomamos esas semillas, las multiplicamos y fueron la base de las primeras semillas de maní tipo runner. Se llama runner porque es rastrero, las plantas crecen pegadas al suelo”, explicó.
Soave dijo que aquello “fue un cambio total” porque fue el puntapié inicial para comenzar los cruzamientos y las mejoras que comenzó a hacer en la década de 1980.
INVESTIGACIÓN. En su criadero en General Cabrera, el semillero El Carmen es líder regional en genética de maní. (Gentileza Criadero El Carmen)
Para 1995 el ingeniero ya había desarrollado Tegua, la primera variedad de maní. “Ahí empiezo con El Carmen. Conocía el mercado mundial por haber trabajado en una empresa sabía qué maní querían el productor, y fundamentalmente, el consumidor”, detalló.
Por aquel entonces comenzó a observar las necesidades y los problemas que acarraba Argentina para producir maní, lo que lo impulsó a profundizar sus investigaciones y desarrollos.
El maní es un fruto originario de América del Sur (zonas tropicales y subtropicales), que al ser descubierto por los españoles fue llevado a Europa y África. Es uno de los 10 alimentos más completos, pues contiene hidratos de carbono, proteínas y vitaminas.
Los americanos descubrieron que había un tipo de maní que tenía más contenido de ácido oleico que lo normal (un 45%). El maní “alto oleico” contiene 80% de ácido oleico y el aceite que se produce de este tiene propiedades muy ricas, al nivel de las del aceite de oliva, según contó Soave.
En 2003, El Carmen logró transformar el maní común en uno “alto oleico”, al que dieron por nombre “Granoleico” y que es una de las variedades del tipo runner. “Fue la primera variedad en Argentina y en Latinoamérica. La primera que se empezó a sembrar en gran cantidad. Y hasta el día de hoy, esa variedad es la que más se comercializa y más se consume en Europa”, sostuvo el ingeniero agrónomo.
Argentina se fue consolidando y para 2010 se transformó en el primer exportador de maní de calidad del mundo.
LA ENFERMEDAD DEL CARBÓN DE MANÍ
Hace menos de diez años, en 2015 apareció un problema muy serio para el cultivo, el carbón de maní, una enfermedad que afecta a la vaina y termina por desintegrar el grano de maní. Además, se trata de un mal que se propagó por el mundo.
El Carmen se dedicó tratar de encontrar una variedad resistente a dicha enfermedad y lo consiguió en 2019, cuando sacó la variedad EC-191.
El impulso por seguir innovando los llevó a desarrollar otras dos variedades más de maní alto oleico y resistente al carbón: las EC-394 y la EC-420.
Entre los avances que se presentaron en la Jornada a Campo, estuvo la variedad de maní EC-MAX. “Es un maní tipo botánico Virginia (Runner), con alta relación oleico/linoleico, resistencia al carbón del maní y un ciclo intermedio (150-165 días). Se diferencia de EC-420 por presentar diferencia en las dimensiones de sus vainas, las cuales son de menor longitud y ancho, sus granos son esféricos y su ciclo es mayor para alcanzar la madurez comercial en comparación con la variedad antes mencionada”, sostiene la descripción.
El lote de maní alcanzó rendimientos superiores al promedio provincial. / Facultad de Ciencias Agropecuarias
El lote de maní alcanzó rendimientos superiores al promedio provincial. / Facultad de Ciencias Agropecuarias
Según Soave, esta variedad tiene además mayor potencial de rendimiento, de un 3% a un 5% de producción en vaina por hectárea. “A eso se suma la eficiencia en producción de grano. Es un grano muy pesado y cuando se procesa se obtienen más kilos de maní que con otras variedades”, explicó.
Otra característica es la uniformidad en el tamaño de los granos. “Parece como si fuera una fábrica que hace ‘bolitas’ y las hace todas iguales”.
“No es que creamos un auto que va a andar a 300 kilómetros por hora, pero sí es uno que va andar muy bien en la ruta y en la montaña y a una muy buena velocidad”, ejemplificó el ingeniero.
En la actual campaña, y repartidas en siete provincia, en el país se sembraron 322.900 hectáreas con maní, según la Bolsa de Cereales de Córdoba. Significa 2% más que en el ciclo anterior. Córdoba, con 250.800 hectáreas, representa 77% del total.
TÉCNICA DE MEJORAMIENTO DE LAS SEMILLAS
Soave explicó la técnica de mejoramiento genético de las plantas de maní a través de la selección asistida por marcadores, que entre otras ventajas, permite desarrollar variedades de superiores de manera más rápida y efectiva. Se trata de separar las plantas en cuyo ADN se verifica que han recibido la “herencia” de la resistencia a la sequía y a la enfermedad del carbón de maní.
“Hacemos los ensayos y no tenemos que esperar 10 años a ver cuáles son las plantas más resistentes a la sequía, por ejemplo. El año pasado había 3.000 plantas para analizar y con los marcadores moleculares podés distinguirlas. De esas 3.000 analizamos el ADN de cada una y separamos las que tenían la herencia incorporada. Después seleccionamos según cuál nos gusta más agronómicamente pero ya sabemos de antemano cuál vamos a usar.
Separar plantas donde el ADN nos dice que han recibido de herencia la resistencia a la sequía y a la enfermedad.
LEY DE SEMILLAS
Soave señaló que sería importante contar con una “buena ley de semillas” que favorezca la inversión y el mejoramiento continuo en materia de semillas.
“Por no tener una buena ley de semillas y que los productores no paguen royalties (derechos) hemos perdido la carrera contra Brasil, por ejemplo. Poder cobrar royalties es fundamental para poder seguir invirtiendo”, indicó.
ENGRANA. La cadena del maní superó el año pasado los 1.000 millones de dólares en exportaciones. (Gentileza Cámara del Maní)
Además sostuvo que es muy bajo el costo de pagar regalías o derechos con relación a la inversión que el productor debe realizar para cultivar una hectárea de maní.
“No te cambia nada y estás contribuyendo a que tengamos mejores semillas. Si hubiera tenido apoyo, podríamos haber sacado la variedad de maní resistente al carbón de maní cuatro años antes”, agregó.
El costo de sembrar es de U$S 1.700 por hectárea, incluyendo semillas, labores y alquiler de campo, mientras que el derecho por la semilla es de U$S 5, contó Soave.
Por no reconocer y apostar al mejoramiento de las semillas, según cálculos oficiales, el sector manisero perdió unos U$S 40 millones.
“Imaginate, por U$S 500.000 o un millón de dólares que habrían costado los royalties, mirá todo lo que nos ahorrábamos”, dijo.
“Es fundamental hacerle entender al productor y a los gobiernos que pagar por los derechos va redundar en un beneficio para todos porque habrá mayor control y una mayor producción”, cerró.
La Voz