nte la incertidumbre y las complicaciones ocasionadas por la pandemia de coronavirus, los productores ganaderos analizan la actualidad del sector y las estrategias de negocio utilizadas durante el parate de la economía mundial. El furor por los terneros y la conversión de pesos en carne se presentaron como dos estrategias para apostar a la ganadería sin perder contra el dólar o la inflación.
Desde el inicio de la pandemia, los productores argentinos tomaron varias decisiones para hacerle frente a meses inciertos, refugiándose en la compra de maquinaria, tomando créditos para la compra de bienes de capital, adelantando compras de insumos o invirtiendo en ganadería.
Una vez anunciadas las medidas del Banco Central para incentivar la venta de granos –estableciendo que para acceder a créditos con tasas al 24% había que liquidar el 95% de la cosecha de trigo y soja–, el productor optó por una caja de ahorro en dólares que se mueve, rumia y a la que le deposita pasto para hacer más rentable su inversión. Bajo estas condiciones, miles de ganaderos buscaron refugio para sus pesos en la compra de terneros con dos destinos: ir a recría para lograr novillos de exportación o terminar en un establecimiento de engorde para el mercado interno.
Ahora bien, este “boom ganadero” despierta tanto optimismo como cautela. Por un lado, hay quienes apuestan a la inversión en terneros porque avizoran una sostenida demanda internacional. La posibilidad de la recría con el objetivo de lograr un animal pesado y exportarlo es básicamente la traducción del kilo vivo que se pagó en pesos y se vende en dólares, pero éste sería un negocio a largo plazo.
Por otra parte, algunos mantienen la expectativa de una recuperación del mercado interno, todavía deprimido por las medidas de aislamiento social. El futuro de la ganadería en los próximos meses es como una moneda en el aire.
En cuanto al precio, la pretensión de muchos productores de encontrar un refugio para su moneda generó a partir de abril un aumento en el valor del ternero, pagando hasta $150 por kilo, un 30% por encima de los valores del mercado, lo que podría tener consecuencias en las góndolas a corto plazo. La recomposición de precios en la cadena de la carne recién podría llegar a fin de año, impulsada por la escasez de hacienda. En ese caso, según analistas y fuentes del sector, el aumento al consumidor podría ser de hasta un 30%.