Conmueven esas imágenes, como también son gratificantes los gestos de aquellos maquinistas que hacen lo imposible por preservar intactos esos huevos de la especie.
El lechuzón de campo (Asio flammeus) es un ave rapaz nocturna, cuya población ha disminuido considerablemente, al punto de convertirse en una especie en peligro. El ave habita en todos los continente, excepto en Oceanía y la Antártida. A diferencia del resto de búhos y lechuzas, tiene una importante actividad diurna y junto a la lechucita vizcachera, cumple una misión importante: como se alimenta de ellos, limita las poblaciones de roedores, particularmente del ratón del maíz, causante de la enfermedad de los rastrojos o fiebre hemorrágica argentina.
¿Qué sucede con estas aves por estos días? Son meses de cosecha y el lechuzón está justo en período de reproducción y nidificación, con la característica de que suele depositar sus huevos directamente en el suelo, a supuesto resguardo entre los cultivos.
Si bien, es una buena noticia la reproducción de un ave en peligro de desaparecer, la preocupación del naturalista Alejandro Morici, del proyecto Asio de la Fundación Azara, es que durante las labores agrícolas, las máquinas cosechadores terminen destruyendo los nidos o directamente aplastando las crías. La institución desde el 2000 se dedica al estudio y conservación de la naturaleza y es una de las más importante de América Latina.
Otro proyecto llamado Aves de Presa del NE (Noreste) Patagónico -que también forma parte de la Fundación Azara- compartió una sensible campaña en redes sociales donde los ambientalista ruegan a los cosechadores manejarse con mucho cuidado dentro de los campos en caso de ver al lechuzón “alzar el vuelo enfrente de las máquinas”.
En esos casos, existe una posibilidad muy concreta de que en ese sitio haya un nido. Incluso llaman, en caso de verificar ese dato, dejar un “pequeño manchón del cultivo” donde se puedan albergar los pichones.
Los estudiosos de estas aves aseguran que el lechuzón de campo es una de las 22 especies de aves rapaces nocturnas que existes en el país. Aunque se la supone en peligro, no pueden determinar una tendencia poblacional. En etapa reproductiva, esta ave pone de 4 a 8 huevos, aunque rara vez llegan a 14.
Para el veterinario Eduardo De Lucca, titular del Proyecto Aves de Presa, los cultivos de soja, maíz y girasol, particularmente en la provincia de Buenos aires, han avanzado sobre los pastizales naturales donde vivían los roedores, la principal fuente de alimento de los lechuzones y otras especies de aves, provocando que disminuya su población en los últimas décadas.
-¿Qué puede hacer en concreto un productor para no dañar estos nidos a la hora de levantar su cosecha?- le preguntamos al especialista.
-Muchos productores están presto a colaborar con la conservación de la especie y nos han comentado que durante la cosecha pueden levantar un poco la plancha de las máquinas y no cortar la planta en este espacio, donde se presume que existe un nido del lechuzón. Según los productores esta práctica es posible y también lo hacen con otras especies de aves que forman parte de proyectos de conservación.
En estos momentos, para los ambientalistas este tipo de respuesta por parte de los productores es un alivio, sobre todo en el caso particular de esta especie que está en etapa reproductiva.
Sin embargo, la preocupación persiste respecto a otras especies rapaces como el gavilán de campo y el gavilán ceniciento, que también nidifican en el suelo. De Lucca enfatizó que se trata de una problemática porque estas aves “ponen sus huevos de forma colonial”, es decir que varias pareja nidifican en una misma área, lo que aumenta el riego de perder la nueva población
Bichos de Campo