La utilización de compost, lombricompuesto y “bocashi” en las huertas, favorece el cuidado del suelo y del agua, recursos esenciales para sustentar la vida en la Tierra, debido a que están interconectados y necesitan de una gestión integrada.
Reafirmando este manejo, desde Instituto de Investigación y Desarrollo para la Agricultura Familiar (IPAF) del INTA, aseguran que la elaboración y el uso de enmiendas orgánicas tiene grandes beneficios que aportan al suelo.
También reconocen que la fabricación de sustratos para la producción de plantines es una técnica muy adoptada y que contribuye a la producción.
La propuesta del INTA se centra en el papel vital del compost en el mantenimiento de suelos saludables, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y la entrega de conocimientos prácticos para minimizar la contaminación mediante una tecnología de compostaje.
De esta manera, se consideran las características físicas, químicas y biológicas del suelo y se valorizan las capacidades técnicas y la infraestructura instalada en cada espacio productivo.
“La utilización de estos materiales orgánicos favorece el cuidado del suelo y del agua, recursos esenciales para sustentar la vida en la Tierra, debido a que están interconectados y necesitan de una gestión integrada”, explicó Myrian Barrionuevo, investigadora en gestión y aprovechamiento de residuos agropecuarios para la nutrición vegetal del INTA.
FORTALECER EL SISTEMA, A PARTIR DEL COMPOST
El uso de enmiendas orgánicas como el compost, el lombricompuesto y el bocashi es una práctica que previene la erosión del suelo, mantiene y mejora su biodiversidad y contribuye al cuidado de la calidad y cantidad de agua.
Por este motivo, el desarrollo de variedades forestales nativas y exóticas, arbustos y hortalizas de los viveros requieren de manejos integrales que pongan en valor el cuidado del suelo, el agua y la utilización de los recursos locales.
El desarrollo de fórmulas adecuadas para la producción de sustratos con materiales de cada lugar implica contar con microorganismos nativos existentes en la biodiversidad edáfica local íntimamente relacionada a las especies forestales nativas.
De esta forma, los hongos, bacterias y sustancias estimulantes del crecimiento presentes en los sustratos y enmiendas orgánicas potencian el crecimiento y desarrollo de las semillas criollas, que fueron conservadas con la aplicación de técnicas tradicionales y ancestrales específicas para posibilitar su adaptación.
“Estos biopreparados son de utilidad directa para especies forestales nativas y exóticas como flores, arbustos y hortalizas, aprovechando así los residuos e insumos locales”, afirmó Milagros Tártalo, becaria de investigación en microorganismos benéficos en INTA.
Para la elaboración de enmiendas orgánicas como compost y bocashi es necesario disponer de una mezcla de materiales, cuya relación carbono nitrógeno (C/N) inicial sea de alrededor de 30, a la que se adicionará agua hasta lograr el 60% de humedad.
De acuerdo con las condiciones de cada lugar, se puede compostar en pilas estáticas o con volteo, al reparo del viento y del sol para evitar la deshidratación. Es preciso controlar la temperatura al menos 15 días y que supere los 55 grados para lograr el saneamiento del material.
Superada esta etapa de altas temperaturas, que puede durar entre 30 a 45 días, el proceso sigue hasta que logra su estabilidad y, por último, la etapa de madurez. Así, según las condiciones ambientales, el tipo de material utilizado y el método seleccionado, el compost puede estar listo de 6 meses a 1 año en la Patagonia. El compost obtenido pasa a ser parte de un sustrato donde se realizarán los almácigos de diferentes especies.
De igual forma se procede para la elaboración del bocashi, que se trata de un compost inmaduro y se utiliza en los esquemas de fertilización con manejo agroecológico que procuran realizar los viveros del país, pero se pueden adaptar a las huertas familiares o a los emprendedores de venta de hortalizas.
I(nfoCampo