n la feria Planet Textiles 2018, celebrada en Canadá, la empresa australiana Nanollose presentó una selección de tejidos de punto fabricados a partir de celulosa bacteriana derivada de residuos de coco.
El año 2018, la empresa con sede en Perth, había recaudado fondos para sus alternativas “libres de plantas y respetuosas con el medio ambiente”.
El director general de Nanollose, Alfie Germano, dijo a más de 400 delegados en Planet Textil: “Identificamos una fuente de materia prima de celulosa (cocos) y fabricamos una fibra en un plazo muy breve. Pero no hay nada como una fecha límite, así que para estar frente a todos ustedes hoy, estoy muy contento de decir que no sólo tenemos una fibra, sino que hemos utilizado métodos industriales para convertirla en un hilo y hemos producido el primer lote de telas que ven la luz pública por primera vez en este evento“.
Un eco-tejido producido a partir de fibras de coco para sustituir a las fibras obtenidas de la pulpa de la madera y el algodón. Un sistema de producción textil de bajo impacto ambiental a partir de bacterias y residuos.
El proyecto se inscribe directamente en la nueva tendencia ecológica que ha llegado al sector de la confección: desde las prendas producidas gracias al reciclaje de botellas de plástico hasta las pieles ecológicas de orujo y piel de naranja, la industria de la moda se está transformando poco a poco, las buenas prácticas son ya una alternativa comercial que atrae a los consumidores.
Así nació Nullarbor, una fibra obtenida gracias a la conversión microbiana de la biomasa en celulosa. La materia prima son los residuos de la industria del coco, pero el proceso tiene el potencial de adaptarse a diferentes tipos de residuos orgánicos, utilizando muy poca agua y energía.
“Identificamos una fuente de celulosa y la transformamos en fibra en muy poco tiempo“, explicó Germano estos días durante el evento Planet Textil 2018 en Canadá, exhibiendo el primer lote de eco-tejido hecho de coco.
En la actualidad, la empresa usa subproductos de coco procedentes de Indonesia, que se sintetizan y transforman en fibras textiles usando la tecnología patentada por la empresa.
Pero para llevar Nullarbor a la fabricación a gran escala, la startup está dispuesta a abrir las puertas de su “moda fermentada” incluso a los residuos de cervecerías y bodegas.
“Para fabricar las fibras de rayón que se utilizan actualmente en la ropa, hay que talar un gran número de árboles, cortarlos y tratarlos con productos químicos peligrosos, y para producir suficiente algodón para una sola camiseta se necesitan 2.700 litros de agua“, añade Germano.
El hilo y el eco-tejido final se producen usando equipo industrial estándar, lo que significa que llevar el proceso a escala comercial no requerirá ninguna intervención por parte de los fabricantes de ropa. “Este progreso representa un paso más en la demostración de que nuestra tecnología funciona“.
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