Han adoptado nuevas técnicas de almacenamiento de agua y están cambiando la forma en que alimentan a su ganado vacuno y ovino.
La finca de los Churata, ubicada en la región andina de Oruro, ha sido impactada por los fenómenos climáticos de La Niña y, recientemente, El Niño, el más fuerte en 20 años. El Niño está asociado con una alteración de los patrones de viento, lo que significa temperaturas más cálidas en la superficie del océano en el Pacífico oriental y central. En Oruro, esto ha traído menos lluvias y temperaturas más altas, secando los cultivos forrajeros y provocando la muerte de la mitad del ganado de la región.
A medida que el clima local se ha calentado, los ríos y lagos también se han reducido. "En este momento no hay agua porque el río Desaguadero ha bajado mucho. Es lo que nos da agua porque el agua de los pozos aquí es salada," dijo Edwin Churata. "Vivimos del agua del Desaguadero y de la lluvia."
Las tierras altas de Bolivia, sin salida al mar, son una región clave para el ganado vacuno y ovino, así como para cultivos como la quinua, la cebada y las patatas. Sus desafíos reflejan los problemas más amplios que enfrentan los agricultores de América del Sur, quienes enfrentan sequías e inundaciones a medida que el clima se vuelve más extremo.
Bolivia ha visto la disminución de importantes lagos, incluidos el Titicaca, el Poopó y el Uru Uru, que son vitales para agricultores como los Churata
Muchos agricultores bolivianos han resistido durante años cambiar las prácticas ancestrales de cultivo. Tradicionalmente, han dependido de pastos silvestres para alimentar a sus animales, quemando los tallos de pasto y rezando por lluvia.
Sin embargo, la presión climática ha llevado a muchos a adaptarse, apoyados por programas de capacitación impartidos por organismos como la FAO. Estos programas enseñan a construir tanques de agua con estructuras de alambre y tela impermeable.
Las cañas de pasto, antes quemadas, ahora se mezclan con paja silvestre, harina y azúcar moreno, produciendo un alimento para animales que se puede almacenar durante meses, ayudando a los ganaderos a sobrevivir el invierno.
"En Bolivia y especialmente en esta región, hemos sido muy tradicionales en cuanto a la conservación del forraje y con el ganado," dijo Efraín Apaza, un agricultor de El Choro. "Pero nos hemos visto obligados a cambiar la forma en que afrontamos las cosas."
Mario Lubetkin, representante de América Latina ante la FAO, advirtió que la región enfrenta una confluencia de factores que dificultan el cultivo de alimentos, con costos crecientes y los efectos del cambio climático. "Es una receta perfecta para el desastre," afirmó.
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