Desafíos y oportunidades en la nueva campaña algodonera

Pablo Vaquero, CEO de Gensus, analiza la campaña algodonera en curso, y se refiere al potencial que puede desarrollar el cultivo

Desafíos y oportunidades en la nueva campaña algodonera

En una entrevista en el programa Claves del Campo (AM 840 Radio Salta), Pablo Vaquero, CEO de Gensus, expresó su optimismo y los desafíos que enfrenta la campaña de algodón en Argentina. Los últimos dos años fueron particularmente difíciles debido a la sequía, que complicó tanto la siembra como el manejo de los cultivos. Sin embargo, Vaquero tiene la esperanza de que esta campaña sea diferente, a pesar de algunas condiciones inciertas. “Hay noticias muy raras, porque por un lado la macroeconomía te define un poquito los parámetros para moverte. Sin embargo, vemos un mejor margen bruto para el cultivo y, si bien el precio de la fibra todavía está un poco bajo, esperamos que vaya subiendo como para mejorar todavía aún más ese margen bruto del productor”.

Desde Gensus se adoptó una estrategia de replanificación para la provisión de semillas. La empresa ajustó los precios de precampaña de sus productos para apoyar a los productores, asegurándoles que puedan acceder a semillas de alta calidad, pureza y con un tratamiento profesional, y que no se arriesgue a sembrar variedades de origen desconocido.

Los desafíos para Gensus, como único semillero de algodón del país que produce y comercializa semillas fiscalizadas, son múltiples. Comparado con Brasil, donde hay una abundancia de variedades y tecnologías disponibles, Argentina enfrenta una falta de nuevas tecnologías debido a problemas de protección de propiedad intelectual. “En Brasil hay más de 200 variedades disponibles y más de 20 eventos biotecnológicos, mientras que en Argentina hace más de ocho años que no se lanzan nuevas tecnologías al mercado”, explica Vaquero. A pesar de esto, Gensus trabaja estrechamente con el INTA para desarrollar nuevas variedades adaptadas a la región y con nuevas tecnologías. El semillero cuenta con variedades que ofrecen protección contra el picudo algodonero y resistencia al glifosato, y recientemente desarrolló con el INTA un nuevo evento, a través de mutagénesis, que le confiere al cultivo de algodón resistencia a las imidazolinonas, un grupo de herbicidas que permiten el control de un amplio espectro de malezas y son efectivos a bajas dosis de aplicación dada su alta potencia biológica.

 

Pablo Vaquero, CEO de Gensus.

Gensus también introdujo nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia y calidad de la siembra. Una de estas innovaciones es el tratamiento de semillas, llamado perlado, que proporciona un recubrimiento extra para que los insecticidas y fungicidas no se pierdan por el movimiento de la semilla y permite una siembra de precisión. Esto es crucial para asegurar que los productores coloquen la cantidad exacta de semillas por metro, optimizando los recursos y mejorando los rendimientos.

 

Semilla fiscalizada

La batalla por la propiedad intelectual y la adopción de semillas fiscalizadas es un tema central para Vaquero, quien considera que las leyes actuales, aunque no nuevas, tienen la capacidad de ordenar el mercado si se utilizan correctamente junto con la trazabilidad de cultivos. “Creo que las leyes deben acompañar el funcionamiento de la legislación existente. Y esto, para mí fue todo un aprendizaje, porque antes pensaba que necesitábamos una nueva ley de semillas. Pero lo que he aprendido después de más de 30 años es que lo que hay que hacer es trabajar con las herramientas que hoy tenemos”, afirma.

En el caso del algodón, el proceso de deslinte de las semillas proporciona una oportunidad única para controlar y ordenar el mercado. Vaquero señala que el 85 % de la semilla pasa por 5 plantas, una de ellas de Gensus, “con lo cual, desde un punto de vista de ordenamiento, parecería bastante fácil poder llevar adelante algún sistema de control en esa parte del proceso”. Luego, hay unas 40 desmotadoras por las que pasa el 85 % de la semilla que entra del campo, que también son lugares muy fáciles para controlar, “porque es el momento donde se empieza a mezclar todo, ya que el productor muchas veces lleva su fibra y cuando se separa la semilla la deja como parte de pago, y ahí es donde empiezan a aparecer los grises: a dónde va a parar esa semilla, si entra algún circuito que no debía entrar, etc.”.

“En el caso del algodón es muy fácil corregir esta problemática. De hecho, nosotros, con los pocos recursos y trabajando más que nada con los productores uno a uno, les fuimos explicando y las variedades de INTA se entregan firmando un contrato donde el productor acepta que si se va a quedar con semilla tiene que pagar una cantidad por hectárea por el uso propio. Con lo cual, está todo muy claro”, comenta el CEO de Gensus y asegura que esto ayuda al índice de desarrollo de variedades. Además, destaca una nueva resolución del Instituto Nacional de Semillas (INASE) por la cual se pueden diferenciar las variedades a través de marcadores moleculares, permitiéndole al productor saber si la variedad que utiliza es la que viene haciendo uso propio.

El mercado informal y la siembra de variedades no autorizadas plantean riesgos adicionales, no solo para la industria sino también para la autoridad del país a nivel internacional. Vaquero enfatiza que estas prácticas ilegales afectan la calidad y uniformidad de la fibra, impactando negativamente en el mercado de exportación. “En los últimos años, se ha cargado menos del 50 % en el SISA de lo que realmente se siembra”, destaca, subrayando la magnitud del problema de la informalidad.


Un millón de hectáreas

Sin embargo, Vaquero mantiene la esperanza en el potencial de crecimiento del sector algodonero argentino. Con un plan de desarrollo y exportación adecuado, Argentina podría alcanzar hasta un millón de hectáreas de cultivo.

Respecto de Salta, destaca que es una provincia prometedora debido a sus condiciones climáticas y la calidad de sus productores. “Claramente, Salta es una de las provincias que prometen, no solo por el clima y las condiciones, sino también por el nivel de productores que hay”, afirma Vaquero. En este sentido, Gensus planea seguir invirtiendo y creciendo en esta región, anticipando un futuro brillante para el algodón argentino.

“En los últimos años, se sembraron 550.000 hectáreas de algodón según los satélites. Lo que se cargó como oficial fueron solamente 250.000 hectáreas o menos. Entonces, si tienes un mercado que tiene el 50 % del manejo de la producción en negro, se hace muy difícil que el productor que quiere sembrar las últimas semillas que estamos lanzando al mercado las adquiera por la vía normal”.

 

Por: Belisario Saravia Olmos, El Tribuno Campo, editor

AgroNoa

 



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