l área estuvo ocupada desde tiempos remotos por grupos indígenas agricultores. Los materiales arqueológicos hallados en el Parque están representados por piezas cerámicas de color gris y naranja, con asas de motivos zoomorfos y hachas de piedra pulida. Aún hoy, en toda esta región habitan comunidades indígenas descendientes de dichos grupos. En el Siglo XVIII la antigua Finca “El Rey” fue uno de los fuertes de la frontera oriental de Salta y Jujuy, dependientes del Virreinato del Alto Perú. Fue adjudicada en 1767, por Merced Real, al Coronel Fernández Cornejo y Rendón, quien había ejecutado ese año la expulsión de los Jesuitas.
Estos cordones montañosos que delimitan el área descienden gradualmente hacia el interior del valle central y caen en forma abrupta hacia el exterior, con escalones que alcanzan los doscientos metros de altura, originando un inmenso anfiteatro natural. El Popayán es el único río del Parque Nacional, donde confluyen todos los arroyos que bajan desde los cerros.
Su singular topografía, abierta a las masas de aire frío que vienen del sur, ocasiona un clima menos cálido que el de las áreas vecinas.
La zona de transición con el ambiente chaqueño, erizada de lomadas y cuchillas, ocupa la parte baja del área protegida, donde se encuentra el bosque chaqueño serrano con especies arbóreas como el horco quebracho, el cochucho, el atamisque y los cardones.
La vegetación de la nuboselva está admirablemente representada con sus distintas comunidades y pisos altitudinales dentro del Parque Nacional El Rey. A medida que sube la altura, las tipas y pacaraes anuncian la selva de transición.
Le sigue la selva montana, que ocupa las laderas orientales y conforma una masa boscosa casi impenetrable, con nubes que se internan en el paisaje selvático, principalmente en verano y principios de otoño. Sus inmensos cedros, tarcos, tipas y nogales, entre otros árboles, permanecen cubiertos de lianas, enredaderas y epífitas, como las bromelias tanque, los claveles del aire y distintas clases de orquídeas.
Desde los ochocientos metros sobre el nivel del mar se extiende la selva de mirtáceas, con palos barrosos, alpamatos, matos chal-chal y güilis. Pasando los mil quinientos metros, se encuentran bosques de pino del cerro, alisos y bosques de queñoa, en comunidades casi puras. El vistoso rey del bosque sobrevuela estos árboles, además de la monterita ceja rojiza, entre otros pájaros. Más arriba, en los prados de altura, sobrevuelan los cóndores andinos.
Estas tierras estuvieron habitadas por aborígenes agricultores que utilizaban los terrenos llanos para el cultivo. Piezas cerámicas de color gris y naranja, con asas de motivos zoomorfos y hachas de piedra pulida, que guardan relación con las culturas del norte argentino, constituyen el patrimonio arqueológico del Parque Nacional. Los descendientes de esas sociedades indígenas continúan poblando la región.
Sin dudas, en su pasado colonial se destaca la finca El Rey, dedicada a la ganadería, la agricultura de subsistencia y la extracción forestal ligada a la primera actividad. De acuerdo a la tradición local, la estancia era célebre en la región por la calidad de sus caballos.
Después de haber sido otorgada al coronel Fernández, el establecimiento fue administrado por sus descendientes hasta 1926, año en que fue vendida. Veintidós años pasaron para que el Estado Nacional adquiriera las tierras y convirtiera el área en Parque Nacional, con el fin de proteger las selvas de montaña del noroeste argentino.
Al igual que las demás reservas de la zona, hoy en día El Rey sufre los problemas de la caza y la pesca furtivas, y es afectado por la deforestación masiva, la extracción de madera y la transformación de los bosques por cultivo, producidos a gran escala en toda la región. En forma paulatina, estas acciones están originando el aislamiento del Parque, perdiendo conexión con las áreas de Calilegua y Baritú, que pertenecen al mismo bioma.
Distintos senderos exploran los ambientes y permiten observar la fauna silvestre en general y las aves en particular.
El parque cuenta con un sector de acampe en el centro operativo con asadores, sanitarios, agua, luz y energía eléctrica. El visitante debe llevar sus propias provisiones y combustible.
La última estación de servicio -viniendo desde Salta- está en el cruce de rutas hacia Güemes y Metán.
En Metán también se pueden encontrar hoteles, restaurantes y supermercados.
Administración de Parques Nacionales//Welcome Argentina