Las bajas temperaturas y heladas persistentes registradas en gran parte del país presentan un escenario complejo, en especial, para las producciones de hortalizas, flores y frutas. Frente a esto, técnicas del INTA brindan algunas recomendaciones para mitigar los efectos y evitar pérdidas.
Para Salomé Guerra –del INTA Ángel Gallardo– afirmó que es fundamental mantener húmedo el suelo, “regando en los momentos más críticos, en los que empiezan a registrarse las temperaturas más bajas”. Según la investigadora, “hacer riego en esos momentos, protege al cultivo de las bajas temperaturas, debido que a medida que el agua se va enfriando, va liberando calor” y esto evita el congelamiento de los tejidos.
Por otro lado, para generar una mayor protección es importante utilizar media sombra, manta térmica (pao pao) o confeccionar estructuras de reparo con pasto seco o cañas a modo de que no se pierda la temperatura del suelo y mantenga cálido y húmedo el mayor tiempo posible.
En este sentido, Virginia Ramoa –del INTA Reconquista, Santa Fe– recalcó: “El uso de mantas térmicas puede realizarse sobre los cultivos directamente, con microtúneles o haciendo doble techo en los invernaderos o doble cortina”.
Algunos productores utilizan media sombra para proteger los cultivos, con un porcentaje no superior al 35 %. No es el método más efectivo porque reduce la radiación que llega a los cultivos, si es removible, se recomienda colocar la media sombra a la tardecita, a partir de las 17 horas para aprovechar el sol”, señaló.
Sin embargo, ambas técnicas coincidieron en que no es recomendable hacer un uso continuo de este material porque en invierno disminuye la radiación y las horas de sol, sino que es conveniente retirarla en algunos momentos del día para que ingrese luz solar y evitar que las plantas se enfríen.
“En cuanto a la manta térmica, en el mercado existen mantas de diferentes calidades, que en caso de ser delgadas se pueden colocarse de forma doble, para proteger mejor el cultivo”. Estas mantas permiten la entrada de aire, luz y agua por lo que no es necesario retirarlas.
Otra de las recomendaciones brindadas por las técnicas santafesinas es la implementación de microtúneles nylon cristal, polietileno o manta térmica.
“Cuanto mayor espesor tenga el plástico –80 o 100 micrones– mejor será la protección que brinda. Estos microtúneles pueden destinarse a los cultivos más sensibles”, indicó Guerra.
También en el caso de invernaderos, se recomienda hacer un manejo eficiente, “ventilando no tan temprano, sino cuando sube un poco la temperatura y regulando la apertura parcial a total por poco tiempo y cerrando nuevamente una vez que este seco el interior, en horas de máxima radiación para captar más temperatura y mantener el interior lo más cálido posible”, aseguró Ramoa.
En el caso de cultivos muy sensibles a extremas temperaturas, puede hacerse fuego en el interior de túneles o invernaderos con carbón o algún otro material para generar calor. Superados los periodos de riesgo de heladas, es importante realizar aplicaciones de bioestimulantes y fertilizantes para mantener los cultivos sanos y recuperar las plantas dañadas.
En la Argentina, la producción de hortalizas se distribuye en casi todo su territorio debido a la diversidad de climas que posee, lo cual hace posible el cultivo de la mayoría de las especies hortícolas. Esta condición permite producir la mayor parte del año en distintas regiones, lográndose una oferta razonable para atender la demanda de la población.
Sin embargo, la producción comercial que abastece a los principales centros urbanos de consumo se localiza en determinadas regiones. Tradicionalmente, la horticultura se ubicó alrededor de los centros poblados formando los cinturones verdes que aún hoy persisten generando un importante volumen de producción.
Puntualmente, Santa Fe es considerada una provincia productora de hortalizas que concentra un total de 595 productores y 7221, 28 hectáreas de producción distribuidas en tres grandes 3 Cinturones Hortícolas situados en la cercanía de las ciudades de Rosario, Santa Fe y Reconquista. Posee una producción muy diversificada, y cuenta con tres mercados concentradores que abastecen a una gran área de influencia y más de 4 millones de consumidores.