En Las Parejas, una de las localidades emblemáticas del polo industrial de Santa Fe, el movimiento de la sociedad está centrado en el hierro.
Al igual que en Armstrong, Las Rosas, Firmat, Venado Tuerto, entre otras localidades “fierreras” de la región, la evolución de su economía advierte un sustento específico basado en la industria de la maquinaria agrícola.
Según datos del Gobierno local, en Las Parejas, hay una pyme cada 90 personas, por eso se la considera la ciudad con mayor cantidad de industrias por habitantes del país. Es que en sólo esta ciudad, convergen 180 pymes metalúrgicas dedicadas a la producción de piezas para maquinaria agrícola y autopartes.
Si bien esta región no es la única en cuestión, ya que muchas fábricas nacionales y multinacionales desarrollan equipos similares en Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos, el Corazón Agroindustrial de la Maquinaria Agrícola santafesino, parece ser quien mueve el termómetro en tiempos de bonanzas o crisis.
En estas poblaciones, desde muy temprano, las caravanas de bicicletas, motos y discretos automóviles, desfilan sobre los caminos que conducen al parque industrial local, para ofrecer mano de obra calificada a una actividad tan noble como necesaria.
Un ejemplo particular, pero que engloba al común de las empresas que fabrican maquinarias es Ombú.Una firma familiar que se mantiene a la vanguardia de la capacitación y aplica tecnología de punta en los procesos productivos, pensando siempre en los productores locales, pero también en el mercado de exportación.
Estas industrias, que se caracteriza por su constante apuesta tecnológica y profesionalización de su mano de obra, cuentan además con un fuerte compromiso de sus empresarios con el sector.
En un día habitual, Sebastián Cremona, jefe de pintura de Ombú, junto a su equipo de trabajo, desde muy temprano revisan los turnos de clientes, preparan las máquinas agrícolas para pintarlas y realizar otros procesos, utilizando tecnología de precisión.
Desde un área anterior, reciben las tolvas, los semirremolques, los acoplados para semillas y fertilizantes, estructuras de pulverizadoras, cabezales, y otros implementos ya fabricado con soldadoras de última generación, para garantizar la calidad deseada, y se aprestan a darle el color original de la empresa o satisfacer las necesidades de los particulares clientes.
“Lo primero que hacemos es revisar los turnos dados, es decir, chequear los clientes van a venir a retirar unidades para tenerlas listas en el momento que lleguen. Obviamente, eso se realiza con antelación y de manera estructurada”, cuenta el encargado a Infocampo.
Cremona, maneja el clima con sus subordinados con relación amistosa y amable, puesto que comparte gran parte de su vida con ellos. “Somos varios los que trabajamos en esta área de la empresa y nos respetamos mutuamente. El clima familiar siempre está presente, porque todos vivimos en una misma comunidad y compartimos muchas cosas”, dice el jefe.
Cabina de pinturas de Ombú.
Desde que ingresa un implemento a la “sala de pinturas”, comienza a generarse un nuevo “hijo” para Ombú. Es recibido con prisa, pero observando cada detalle para que no se escape nada. Revertir un posible inconveniente a tiempo suele ser la mejor herramienta para no fallar en los procesos que vendrán.
“Hacemos la preparación de la superficie, pintamos, luego realizamos frenos, luces, el revestimiento de las unidades, la alineación, y comenzamos con la preparación de las cubiertas, y cada detalle, pretendiendo dejarla lista para la entrega cuando venga el cliente a buscarla”, sintetiza el entrevistado.
En Ombú, al igual que en las demás empresas de maquinaria agrícola, cada proyecto comienza por un diseño. En esa área, existe personal especializado que diseña los equipos, atendiendo en principio a las necesidades de los clientes.
Luego, en función de ese “dibujo”, se elabora toda la planimetría y se pasa a los procesos de corte y mecanizado. Las empresas, como Ombú, cuentan con máquinas específicas para hacer estos procesos: plasmas, láser, plegadoras, centros de mecanizado, entre otras.
Una vez fabricadas las distintas piezas, son destinadas a las líneas de armado, donde también con una planimetría de soldadura se fabrican los dispositivos para que, el soldador en planta, pueda fabricar el chasis de la máquina seleccionada.
Estos dispositivos son los que posicionan las distintas piezas con localizadores, con sus respectivos topes, para que se pueda lograr la repetitividad de un chasis, un ala de pulverizador, una plataforma, entre otras maquinas.
Cuando la maquinaria es soldada, en el caso que tenga movimientos hidráulicos, se hace toda la instalación hidráulica, se testea para validar que esté en óptimas condiciones y el paso siguiente es dejarla estacionada hasta el ingreso a la planta de pinturas.
En Ombú, hay una oficina técnica, donde se utiliza software para diseño, y en la planta de pintura puntualmente, una tecnología de primer nivel mundial sobre aplicaciones de pintura, dosificadores, twins y los equipos que proyectan la pintura a las máquinas.
“Contamos con tecnología de primer nivel mundial en la planta de pinturas, destinada a generar terminaciones de calidad en cada una de las maquinarias que saldrán al mercado”, señaló Cremona.
Al igual que el software para diseño, las soldadoras de alta precisión y la máxima tecnología adoptada en cada proceso, la terminación de cada equipo utiliza los más altos estándares de calidad para asegurar un producto noble que satisfaga las pretensiones de los clientes.
“En cada situación de trabajo nos esforzamos al máximo porque queremos que el desarrollo, desde el principio hasta el fin, tenga a la perfección como su principal objetivo”, concluyó el líder de la planta de pinturas de Ombú.
InfoCampo