Por Agroempresario.com
En el vertiginoso mundo de la industria alimentaria, el teléfono de Gastón Zappala, director ejecutivo del Banco Alimentario La Plata, y el de Cielo Zosi, coordinadora de comunicación de Bancos de Alimentos Argentina (BAA), suena a cualquier hora del día. Su misión, casi siempre contrarreloj, es rescatar alimentos con valor nutricional que, por diversos motivos, como defectos en el packaging o proximidad a la fecha de vencimiento, no pueden ser comercializados por la industria.
Este esfuerzo cobra vital importancia en un país donde se desperdician aproximadamente 16 millones de toneladas de alimentos al año, una cifra alarmante que, al convertirla en metros cúbicos, equivale a llenar alrededor de 6,400 piletas olímpicas. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 45% de este desperdicio proviene de la producción frutihortícola que no llega a los consumidores. En 2022, el sector retail desperdició 57,000 toneladas, mientras que la pobreza y la indigencia afectan al 55,5% y 17,5% de la población, respectivamente, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina.
Las causas del desperdicio son variadas e incluyen exceso de producción, cambios en la demanda, condiciones climáticas imprevistas y estrictos estándares de calidad impuestos por los supermercados. Además, la mala gestión en la cadena de suministro y la falta de educación sobre el desperdicio de alimentos agravan el problema.
Actualmente, Argentina cuenta con 20 bancos de alimentos en 20 provincias y cinco iniciativas en proceso de convertirse en bancos de alimentos. En el último año, la red de BAA recuperó 16,850,782 kilos de alimentos, asistiendo a más de un millón de personas a través de comedores y organizaciones sociales, con el apoyo de 14,130 voluntarios. Estos bancos rescatan alimentos aptos para el consumo, almacenándolos, clasificándolos y distribuyéndolos eficientemente a quienes más lo necesitan.
El concepto de Bancos de Alimentos nació en Estados Unidos en los años 50 y llegó a Argentina en 2001, consolidándose como BAA en 2004. En 2006, BAA participó en la creación de The Global FoodBanking Network, que agrupa a más de 1,000 bancos de alimentos en todo el mundo.
Cada banco de alimentos tiene características particulares. En el Banco Alimentario de La Plata, por ejemplo, se recibe una variedad de productos que incluyen alimentos próximos a vencer, con empaques dañados, o incluso productos de lanzamientos fallidos. Además de recolectar y distribuir alimentos, algunos bancos producen productos derivados como salsas y mermeladas para generar ingresos adicionales que ayudan a sostener su estructura.
A pesar de los esfuerzos de los bancos de alimentos, la crisis económica no ha incrementado las donaciones, aunque sí ha aumentado la demanda en los comedores comunitarios. Zappala señala que, mientras reciben 45 toneladas de comida al mes, los comedores podrían utilizar aún más mercadería si estuviera disponible.
La lucha contra el desperdicio de alimentos continúa siendo un desafío titánico, pero la labor de los bancos de alimentos en Argentina demuestra un compromiso inquebrantable por mitigar este problema y ofrecer una respuesta eficaz a la creciente demanda en tiempos de crisis.
