Por Agroempresario.com
Derivada de la planta Salvia hispánica, la semilla de chía ha sido parte de la dieta humana durante más de 5,000 años. Este alimento, básico para los aztecas y mayas, es considerado un superalimento por su alto valor nutricional y sus múltiples beneficios para la salud. Entre sus cualidades, destaca su capacidad para absorber hasta 10-12 veces su peso en agua, formando un gel que ayuda a mantener la hidratación y puede favorecer la digestión.
Pese a sus ventajas, el consumo de semillas de chía no está recomendado para algunas personas. Es fundamental consultar con un médico antes de incorporarlas a la dieta, especialmente para quienes siguen ciertos tratamientos farmacológicos o presentan trastornos digestivos.
Los expertos de Mayo Clinic recomiendan consumir entre 10 y 15 gramos de semillas de chía al día, lo que equivale a aproximadamente dos cucharadas. Esta cantidad proporciona 30% de manganeso, 27% de fósforo, zinc, vitaminas B1, B2 y B3, potasio, 138 calorías, 11 gramos de fibra, 4 gramos de proteínas, y 9 gramos de grasas, de las cuales 5 son omega-3.
Las semillas de chía son ricas en omega-3, lo que las convierte en un aliado para la salud cardiovascular y un potente antiinflamatorio natural. Según la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, contienen nueve aminoácidos esenciales necesarios para el crecimiento y reparación de células y tejidos. Además, son ricas en antioxidantes como compuestos fenólicos, flavonoides, y ácidos cafeico y clorogénico, que ayudan a reducir la actividad de los radicales libres, previenen el envejecimiento celular y protegen las membranas celulares.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria Argentino (INTA) destaca que estos antioxidantes pueden prevenir enfermedades crónicas no transmisibles y degenerativas, contribuyendo a una mejor salud general.