Por Agroempresario.com
En el paraje Desmochado, en la 4ta. sección del departamento correntino de Bella Vista, Ordener Melideo Alegre coordina cada jornada de cosecha de frutillas en su chacra familiar. Con una tradición de emprendimiento y amor por el campo que se remonta a su abuelo, Alegre ha llevado el negocio agrícola a nuevas alturas, como se detalla en una reciente nota de La Nación.
“Mi abuelo fue hijo no reconocido de un gran ganadero de la zona, y a pesar de sus limitaciones educativas, siempre tuvo una visión innovadora,” explica Alegre. Esta visión inicial marcó el comienzo de una historia de dedicación y adaptabilidad que ha definido el éxito de la familia.
A pesar de sus orígenes en la ganadería, la familia Alegre ha logrado hacer una transición significativa hacia el cultivo de frutillas. Inicialmente, la chacra se dedicaba a la ganadería y horticultura, pero las dificultades en el invernadero y la creciente demanda de mano de obra para la cosecha de frutillas llevaron a un cambio de enfoque. La nota de La Nación destaca que “decidieron enfocarse en el cultivo de frutillas, aumentando la producción y dejando gradualmente otras actividades.”
Uno de los puntos clave de su éxito ha sido la implementación de métodos innovadores. Según Alegre, “trabajamos con cosecha directa, un sistema norteamericano que implementamos nosotros.” Esta técnica asegura que las frutillas se recojan y envasen con la máxima calidad. El proyecto también incluye la fabricación de envases propios y el uso de cámaras de refrigeración para mantener la frescura, logrando una producción de aproximadamente 700.000 kilos anuales con certificaciones de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA).
La historia de los Alegre no se limita solo a las frutillas. En un regreso a sus raíces ganaderas, la familia ha establecido una cabaña de ganado Braford, enfocada en la genética de alta calidad. Este nuevo emprendimiento no solo honra el legado de su abuelo, sino que también refleja la capacidad de adaptación y crecimiento continuo de la familia.
Hoy, con 17 hectáreas dedicadas al cultivo de frutillas y un equipo que puede superar las 150 personas durante la temporada de cosecha, la chacra de los Alegre se ha convertido en un ejemplo de éxito en el sector agrícola argentino.
La historia de la familia Alegre, como se narra en la nota de La Nación, es un testimonio de cómo la tradición, la innovación y el trabajo duro pueden combinarse para transformar un emprendimiento familiar en un referente a nivel nacional.