Sin abejas, no hay vida; señalan los científicos. Detrás de estos insectos hay una economía regional que crece.
Marisel Codesal es propietaria de la marca Quiero MIEL y contó que este producto es versátil y puede derivarse en diferentes productos. De polen hasta propóleos.
Marisel era maestra jardinera, pero se jubiló y decidió armar sus colmenas. Comenzó con el fraccionamiento de miel y luego los productos que se desprenden de la colmena.
El pole es lo “amarillo” de la flor. Tiene 22 aminoácidos, influye en todo el sistema inmune, pero también es energizante. “No solo va a ser energizante porque es femenino y masculino. Olvídense de la pastilla azul, si comen polen”, contó Marisel.
La miel no puede tener contacto con el metal porque mata las enzimas vivas. “Nada de cuchara metálica, madera o plástico”, comentó
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