Además de impedir el contagio de animales enfermos a sanos, protege de abortos a las hembras infectadas y reduce la excreción de la bacteria en la leche.
Si bien la vacuna que comercializa el laboratorio ya se produce en Argentina desde el año 2013 y se ha exportado por más de 500 mil dosis a países de la región; su reciente aprobación por el Estado nacional, a través de la Resolución 957/2024, permitirá combatir con más armas esta enfermedad que afecta a los rodeos bovinos argentinos, incluso a través de la revacunación de animales adultos.
Esta aplicación de la vacua no interfiere con el diagnóstico de la enfermedad y se desarrolló en la Argentina. Es la segunda vacuna desarrollada por investigadores de la UNSAM que llega al mercado. La primera fue ARVAC, la vacuna contra el COVID-19 en humanos.
Cuando una vaca se infecta con brucelosis no solo tiene abortos y produce menos leche y menos carne: también puede contagiar la enfermedad a humanos. Hasta ahora, la única solución era sacrificarla. Cuando un brote surge en un establecimiento puede llegar a afectar hasta el 40 % del rodeo.
Desde hace más de 60 años, en la Argentina la brucelosis bovina es combatida con la vacuna S19, de aplicación obligatoria. La S19 es una buena vacuna, pero tiene sus limitaciones: no puede aplicarse en ganado adulto, solo se aplica en terneras de hasta 6 meses de edad y en una única dosis. Es por eso que, con los años, los animales se vuelven más vulnerables a la infección, lo que aumenta el riesgo de brotes.
Gracias a la autorización del SENASA, ahora los productores podrán revacunar a sus rodeos. La vacuna Delta-PGM reduce las pérdidas de los productores por dos vías: además de impedir el contagio de animales enfermos a sanos, protege de abortos a las hembras infectadas y reduce la excreción de la bacteria en la leche.
“La vacuna Delta-PGM no interfiere con el diagnóstico de la enfermedad, por lo que puede ser aplicada en cualquier momento previo al servicio reproductivo. Este desempeño es fruto de su diseño basado en técnicas de la biología molecular”, explicaron Diego Comerci y Juan Ugalde, los investigadores de la Escuela de Bio y Nanotecnologías (EByN) de la UNSAM que lideraron el desarrollo.
La vacuna es considerada como de “tercera generación” ya que involucró edición génica por parte de los especialistas, que lograron modificar el DNA de la bacteria.
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