Por Agroempresario.com
Durante la última década, el universo empresario argentino ha sufrido una considerable retracción. Según datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, Argentina pasó de contar con 577.218 unidades productivas en junio de 2014 a 538.304 en el mismo mes de 2024, lo que se traduce en una reducción de 38.914 establecimientos, equivalente a un 7%. Este descenso se ha dado de manera pareja en todo el país, aunque algunas provincias se destacan por sus resultados negativos.
A medida que se evalúa la evolución de la cantidad de empresas por cada 1.000 habitantes, se observa que en 2014, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) lideraba con 44,38 firmas activas por cada 1.000 habitantes, seguida por Tierra del Fuego (21,31), La Pampa (21), Santa Fe (17,06) y Córdoba (16,63). Sin embargo, en junio de 2024, aunque CABA sigue en la cima, la relación ha disminuido a 38,9, mientras que Tierra del Fuego ha caído a 7,7 y La Pampa ha visto un leve aumento a 17,7.
Lo notable es que todas las provincias han perdido empresas en relación con el tamaño de su población. Las más afectadas incluyen a CABA, que perdió 5,5 empresas por cada 1.000 habitantes, y Mendoza, con una caída de 4,5. La desaparición de empresas es un fenómeno multifacético, impulsado por una serie de factores económicos.
Los expertos citan la crisis cambiaria de 2018 y la posterior pandemia de COVID-19 como eventos devastadores para el panorama empresarial. Jorge Colina, economista de Idesa, explica que estas crisis golpearon duramente a las empresas, muchas de las cuales no lograron adaptarse. La inflación, que ha llevado a la descapitalización de muchas compañías, también ha contribuido a la caída del número de empresas, ya que los empresarios tienden a refugiarse en opciones financieras en lugar de invertir en producción.
La presión impositiva también ha sido un factor crucial. Colina señala la complejidad del sistema tributario argentino, con el IVA, Ingresos Brutos y tasas municipales como obstáculos significativos, especialmente para las actividades industriales. Para muchos economistas, la reducción de la competitividad de las empresas exportadoras debido a la implementación de retenciones y la crisis cambiaria ha marcado un punto de inflexión en el sector.
La combinación de una caída del Producto Bruto Interno (PBI), el aumento de la presión tributaria y la volatilidad económica ha creado un entorno hostil para la creación de nuevas empresas. Sin un cambio significativo en las políticas públicas, es difícil prever un futuro optimista para el universo empresarial argentino.
Tierra del Fuego y CABA son casos destacados de esta tendencia, donde la pérdida de protección y un entorno comercial desfavorable han impactado negativamente en el número de empresas. Mientras tanto, provincias como Neuquén, a pesar del boom de Vaca Muerta, no han visto un aumento sustancial en la creación de empresas, sugiriendo que el efecto derrame de grandes proyectos aún no ha llegado al sector de las pequeñas y medianas empresas.
La situación actual del panorama empresarial argentino es un reflejo de las complejidades que enfrenta la economía del país, destacando la necesidad de una reforma integral que promueva un ambiente más propicio para la inversión y la creación de nuevas empresas.