En el 2020, Valentín Frávoli y Alejandro Unchalo se encontraban cursando la orientación de técnico químico en la escuela secundaria de Tandil, Buenos Aires. Lo que nunca imaginaron es que el proyecto que pondría fin a una etapa de sus vidas, se convertiría en el trabajo de sus vidas.
Apasionados por el medioambiente, decidieron elaborar plásticos biodegradables. Luego de mucha investigación, prueba y error, consiguieron el material que estaban buscando a base de cáscara de cítrico y almidón de maíz.
“Lo que tiene la cáscara de la naranja en su estructura es la pectina, que es un gelificante natural, lo cual da una consistencia. Empezamos ablandando las cáscaras mediante el hervido y luego elaboramos una resina viscosa, la cual planchamos, secamos, cortamos y plegamos por calor, obteniendo así una bolsa que puede guardar productos como semilla o fertilizante por mucho tiempo y que en contacto con la tierra, se degrada a los 15-30 días” explicó Valentín en diálogo con Del Campo a la Mesa.
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