A partir de este mes, Argentina dejó de importar gas desde Bolivia, marcando el fin de una relación comercial que se inició en la década de 1970 y se profundizó en los últimos 20 años. Sin embargo, el desarrollo de Vaca Muerta y la finalización de obras clave han cambiado el escenario energético del país. En ese sentido, el próximo jueves se inaugurará la reversión del Gasoducto Norte, una obra que demandó una inversión de 740 millones de dólares.
De esa cifra, 540 millones provinieron de un crédito otorgado por el Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe (CAF). Esta obra, que cambia el sentido del flujo del gas en el ducto que anteriormente importaba gas de Bolivia, permitirá que el gas producido en Vaca Muerta llegue a las provincias del norte argentino.
Desde este mes, los usuarios residenciales, las estaciones de servicio de GNC y las industrias de Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy podrán abastecerse con gas de producción local. A medida que se expandan las redes de gasoductos, los volúmenes de suministro de gas local seguirán creciendo.
El precio promedio anual del gas producido en Argentina es de 3,5 dólares por millón de BTU (British Thermal Units), llegando incluso a bajar a 2 dólares en los meses de verano. En contraste, la importación de gas desde Bolivia costaba alrededor de 11,8 dólares por millón de BTU, mientras que las compras de gas natural licuado (GNL) tenían un valor promedio de 11,1 dólares.
La producción del gas del país ya está en los mejores niveles en 20 años.
Este año, el precio promedio del gas en Argentina ha sido de 4,77 dólares, con el 90% de este abastecimiento proveniente de la producción local. Para el año 2025, se espera que la reducción de las importaciones, especialmente tras eliminar las compras a Bolivia y mantener el nivel actual de importación de GNL, reduzca el precio promedio del ga s a 4,10 dólares por millón de BTU, una disminución del 14% respecto al costo actual.
La producción nacional de gas ha alcanzado cifras en ascenso, con un pico de 153 millones de metros cúbicos diarios en agosto, el nivel más alto en los últimos 21 años. De este total, el 65% proviene de la producción no convencional de Vaca Muerta, gracias al avance de la tecnología de fractura hidráulica (fracking), que ha permitido la explotación de esta formación geológica.
Hace dos décadas, Vaca Muerta no era considerada una opción viable debido a la dureza de su roca, pero la evolución del fracking ha cambiado el panorama.
El Gasoducto Norte revirtió su flujo para enviar gas desde Neuquén a noroeste del país.
Por otro lado, mientras Vaca Muerta aumenta su producción, las reservas de gas de Bolivia, que abastecen también a Brasil, han experimentado un notable declive. Esto genera preocupación en el país vecino, donde la generación de energía depende en gran medida de sus centrales hidroeléctricas, las cuales están sujetas a la variabilidad climática.
Brasil ya vivió una crisis hídrica en la década de 1990, lo que motivó la construcción de un gasoducto desde Bolivia hasta ciudades como San Pablo y Porto Alegre. Sin embargo, hoy este ducto tiene una capacidad ociosa del 60%, lo que abre la posibilidad de que Argentina exporte su gas a Brasil en el futuro cercano.
Con esta expectativa, el Gobierno ha habilitado la libre competencia para la exportación de gas, un paso clave para ampliar los mercados a los que se podrá llegar con el gas de Vaca Muerta. Después de dos décadas de dependencia energética, Argentina está en camino de lograr un cambio significativo en su matriz energética.
LMNeuquen