Por Agroempresario.com
La industria aceitera proyecta cerrar 2024 con una recuperación significativa en el procesamiento de oleaginosas, alcanzando 42,4 millones de toneladas, lo que representa un incremento del 36,33% en comparación con el año anterior. Esta suba refleja una mejora tras la grave sequía de 2023, que había llevado al sector a su punto más bajo en dos décadas.
El crush de soja sería el principal motor de esta recuperación, con un alza del 44% respecto al año anterior, alcanzando cerca de 39 millones de toneladas procesadas. En cambio, la molienda de girasol cerraría con una baja del 12%, totalizando 3,4 millones de toneladas.
Gracias a este repunte, la capacidad ociosa de la industria aceitera se reduciría al 36% en 2024, desde el 54% registrado en 2023, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario. "Este nivel de capacidad no utilizada en 2023 fue el mayor de la historia, superando por más de 11 puntos el récord anterior de 43% en 2020", destacaron los autores del reporte.
El informe recuerda que la sequía de 2023 fue la peor en 60 años y provocó una caída del 29% en el crush de soja, el peor resultado desde 2001. Sin embargo, la industria pudo atenuar el impacto gracias a la importación de más de 10 millones de toneladas de soja, principalmente desde Paraguay y Brasil, lo que evitó que la capacidad ociosa alcanzara un preocupante 69%.
Por otro lado, el girasol fue una excepción durante el ciclo pasado. Pese a las dificultades climáticas, su cosecha fue la más abundante desde la campaña 1999/00, alcanzando el mayor nivel de procesamiento en una década. Esta producción contribuyó a sostener la actividad de la industria en un año complicado.
De cara al cierre de 2024, las proyecciones indican que las importaciones seguirán desempeñando un rol clave en mantener el nivel de actividad. “Sin este volumen adicional, la capacidad ociosa habría sido del 47%, 11 puntos más que las estimaciones actuales”, precisa el informe.
La combinación de cosechas más robustas y un elevado volumen de importaciones permitirá que la industria aceitera cierre el año con una capacidad de producción más alineada a los promedios históricos. Se espera que esta tendencia positiva continúe en la próxima campaña, consolidando la recuperación de uno de los sectores clave para la economía agroindustrial argentina.