Conversamos con Gabriel Burgueño, especialista en flora y fauna nativa, sobre la importancia de incorporar plantas autóctonas y crear hábitats amigables para atraer fauna local. En esta nota, exploramos cómo el paisajismo sostenible no solo mejora la estética de nuestros espacios verdes, sino que también favorece la biodiversidad y contribuye al equilibrio ecológico.
Cada vez más, los animales silvestres se integran al paisaje, incluso en espacios urbanos y reducidos. Este fenómeno ocurre porque la sociedad ha comenzado a convivir de manera más amigable con elementos de la naturaleza que antes eran considerados desagradables o peligrosos.
Conversamos con Gabriel Burgueño, especialista en flora y fauna nativa, y profesor en la Universidad de Buenos Aires, entre otras instituciones. Él nos explica que esta nueva visión está relacionada con la presión de producción necesaria para alimentar al mundo y su creciente demanda, una herencia del sector agropecuario, donde se busca maximizar los rendimientos de frutas, granos y forrajes. Gabriel reflexiona que, en un jardín, plaza o parque, nEn cuanto al diseño, las tendencias están cambiando. Ya no se busca únicamente un espacio estéticamente prolijo. Es fundamental introducir nuevas estéticas que no solo creen espacios bonitos, sino que, al menos en ciertos sectores, evocan el hábitat natural de los animales que se desean atraer. De esta forma, especies con valores visuales menos potentes o con arreglos más diversos, que no solo respondan a formas y colores llamativos, permiten una menor prolijidad y control, favoreciendo así una vida más rica y diversa.
“El valor de la fauna como indicador es fundamental, y podemos asociarlo a la noción de calidad ambiental o salud ecológica. Si un sitio alberga insectos como mariposas, escarabajos y abejas, o aves, mamíferos o anfibios, significa que ese lugar cuenta con buenas condiciones de agua, suelo y aire, que también son propicias para la salud y bienestar humanos. Muchas especies de animales solo habitan en sitios libres de contaminación, o donde hay plantas nutricias, o con cierto grado de calma en el espacio”, resalta el profesor Burgueño.o hay nada para cosechar, o si lo hay, no es necesario pensar en rendimientos. Superar este mandato —donde las especies no cultivadas son vistas como plagas, enfermedades o malezas— nos permite naturalizar espacios, diversificar las especies y generar atractivos para que algunos animales se alimenten de las plantas, integrando así ingredientes que potencian el ecosistema, incluso en áreas urbanizadas.
De Raizar