Por Agroempresario.com
En una reciente entrevista con La Nación, Jorge Perales, actual dueño de Parrilla Perales, compartió la historia de este icónico restaurante marplatense, que desde 1960 se mantiene fiel a sus raíces familiares y al legado de su fundador, Pablo Perales. La parrilla, que comenzó en una pequeña sede del Club Kimberley, ha crecido hasta convertirse en un destino favorito para artistas y deportistas, gracias a su famoso “lechoncito” y al trato cálido que ofrecen a sus clientes.
“Vos te hacés el nombre, pero también tenés que estar, aunque sea para decir hola”, asegura Perales, destacando la importancia de la atención al cliente en el éxito del establecimiento. Con más de seis décadas de historia, Parrilla Perales se ha mantenido relevante sin necesidad de publicidad, confiando en el “boca a boca” y en la calidad de su oferta.
El famoso lechón de Perales ha alcanzado su fama durante momentos críticos, como la última dictadura, cuando las restricciones de carne vacuna impulsaron a Pablo Perales a innovar y ofrecer medio lechoncito como alternativa. “Tenía inventiva y sabía crear”, recuerda su hijo, quien ahora se encarga de atender a los clientes y mantener viva la tradición familiar.
Uno de los secretos que distingue al lechón de Parrilla Perales es el corte: “El lechón va todo cortadito, pedacito por pedacito, como si fueran masitas finas”, explica Jorge. Esta atención al detalle permite que los comensales disfruten de cada bocado, evitando desperdicios y asegurando una experiencia gastronómica única.
La materia prima también juega un rol crucial en la calidad del lechón. “Hace más de 40 años que le compramos lechones a la misma persona, ‘el Paisano’”, menciona Jorge. Esta relación de confianza garantiza que el producto mantenga su calidad a lo largo del tiempo, algo fundamental para el establecimiento.
La parrilla se ubica en una antigua casa familiar, un lugar que ha visto crecer a varias generaciones. Con mesas de fórmica y sillas de madera que rememoran sus inicios, Parrilla Perales se resiste a la tentación de modernizarse, prefiriendo mantener su esencia. “Acá solo se cambian los focos, porque la forma de ser y de atender no se modifica”, asegura Jorge, quien ahora trabaja junto a su hijo Facundo y su hermana Marta, administrando el legado familiar.
A pesar de los desafíos del mercado gastronómico actual, donde nuevas generaciones de chefs innovan constantemente, Parrilla Perales continúa siendo un lugar de encuentro para quienes buscan no solo un buen lechón, sino una experiencia auténtica. “La buena atención es más del 50 por ciento de lo que ofrecés”, enfatiza Jorge, subrayando que la clave del éxito radica tanto en la comida como en la conexión con los clientes.
La historia de Parrilla Perales es un testimonio del poder de la tradición, el trabajo familiar y la pasión por la buena comida. Con su lechón como estandarte y un servicio al cliente que ha pasado de generación en generación, este restaurante no solo ha conquistado los paladares de Mar del Plata, sino que también ha tejido un lazo entrañable con quienes lo visitan.