Con el doble de superficie sembrada, Brasil aplica en sus suelos ocho veces más nutrientes totales respecto de la Argentina, que repone un tercio de los nutrientes que extrae.
Esta situación plantea un escenario complicado para el sector agrícola argentino, que enfrenta desafíos en el manejo de nutrientes.
De acuerdo con estimaciones de la Asociación Internacional de Fertilizantes (IFA), en una medición realizada entre 2018 y 2022, Brasil aplicó ocho veces más que la Argentina, medido por tonelada de nutrientes, lo cual implica cuatro veces más por hectárea.
La superficie agrícola en Brasil se aproxima a las 80 millones de hectáreas sembradas en la campaña 2023/24, mientras que Argentina cuenta con aproximadamente 40,67 millones de hectáreas.
A pesar de la diferencia en extensión de siembra, la dinámica de consumo de fertilizantes varía notablemente entre ambos países, donde las características del suelo brasileño demandan mayores grados de fertilización.
El informe de Guido D’Angelo y Julio Calzada de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destacó que el consumo de fertilizantes por hectárea sembrada en Brasil fue un 163% mayor que en Argentina para la campaña 2021/22, lo que refleja una disparidad preocupante en la nutrición de los cultivos.
La combinación de fertilizantes también presenta diferencias significativas, con un mayor uso de fertilizantes fosfatados y potásicos en Brasil.
En un contexto donde los márgenes de producción y los niveles de materia orgánica son cruciales, esta desigualdad en el uso de fertilizantes podría tener un impacto profundo en la capacidad de Argentina para competir en el mercado global.
La aplicación de fertilizantes en Argentina se enfrenta a un desafío crítico, ya que la cantidad utilizada no alcanza para compensar la extracción de nutrientes de los suelos.
Cuando los cultivos dependen únicamente de las reservas del suelo sin una reposición adecuada, se produce una reducción en la fertilidad del terreno.
Esto se traduce en una situación insostenible, donde se extraen más nutrientes de los que se aportan, comprometiendo la capacidad productiva a largo plazo.
El informe de Darwich
Para revertir esta tendencia, un informe de Darwich (2019) señaló que Argentina debería triplicar su consumo de fertilizantes para lograr un balance equilibrado de nutrientes en los suelos.
Sin embargo, la situación se complica, ya que las proyecciones para 2023 y 2024 indican que el consumo se ubicará por debajo de los niveles de 2019, de acuerdo con datos de Fertilizar.
A pesar de que la reposición de nutrientes fue en aumento hasta 2021, la dinámica del mercado en los últimos tres años interrumpió el progreso.
Aunque el consumo de fertilizantes había estado creciendo y acortando la brecha entre uso y reposición, la situación actual sugiere que la Argentina no está aprovechando su potencial en el uso de estos insumos esenciales para la agricultura.
Este estancamiento podría tener consecuencias negativas para la productividad del sector, señalaron desde la BCR.
En contraste, Brasil presenta balances positivos en nitrógeno y fósforo, mientras que Argentina enfrenta déficits en estos nutrientes.
Un estudio reciente indicó que, aunque los suelos argentinos tienen mayores reservas de fósforo, el país podría beneficiarse de un aumento en la aplicación de fertilizantes fosfatados sin afectar significativamente sus rendimientos (Leguizamón, Goldenberg, Jobbágy, Seppelt, & Garibaldi, 2023).
Para cerrar las brechas de rendimiento y aumentar la productividad agrícola, es crucial que se implementen incentivos que fomenten el uso de fertilizantes, asegurando así un futuro más sostenible para la agricultura argentina, concluyó el informe.
TNCampo