Allá por 2001 comenzó la historia de la olivicultura moderna en Río Negro con la implantación privada de olivos para aceite en la localidad de Las Grutas. En ese momento, se estaba extendiendo la frontera del cultivo y era una de las experiencias más australes. Pasó el tiempo y actualmente hay olivares hasta en la provincia de Chubut.
Por aquellos días, desde el gobierno provincial se hablaba con entusiasmo de un sector con “gran potencialidad”, se remarcaba el “constante crecimiento” y se hacía foco en que los desarrollos tenían cada vez mejores resultados.
Actualmente, el sector olivícola rionegrino se concentra en la cosecha de aceitunas para la producción de aceite de oliva de alta calidad y de reconocimiento internacional. Ya se contabilizan casi 300 hectáreas en producción y este escenario es el telón de fondo de la visita que por estos días hizo el ministro de Desarrollo Económico y Productivo, Carlos Banacloy, y el secretario de Fruticultura, Facundo Fernández, a San Juan, corazón del aceite de oliva del país.
Sumar más y mejor infraestructura permitirá desplegar el potencial del suelo. Foto: Gobierno Río Negro
Desde el gobierno contaron que esta gira técnica buscaba adquirir herramientas y posicionar a Río Negro en el mercado global del aceite de oliva, aprovechando sus condiciones naturales y avanzando en prácticas de cultivo adaptadas a la región.
“Recorrimos distintos cultivos en San Juan, explorando variedades y los modelos de conducción más eficientes que podrían aplicarse en Río Negro. La idea es evaluar todas las herramientas productivas que nos permitan aprovechar al máximo nuestras oportunidades de clima y suelo, y consolidar una industria olivícola propia”, señaló Banacloy.
El ministro destacó que esta iniciativa no solo busca incorporar las mejores técnicas, sino también adaptar los cultivos al litoral marítimo rionegrino, donde el microclima y las nuevas áreas bajo riego aportan un potencial significativo al sector. Río Negro viene desarrollando nuevas zonas bajo riego en su litoral, con miras a diversificar su matriz productiva y aprovechar el crecimiento de la demanda mundial de aceite de oliva.
“El cultivo de olivos es una gran apuesta para nuestra provincia. Queremos consolidar una producción de calidad que permita a Río Negro competir en el mercado global del aceite de oliva y brindar nuevas oportunidades para la economía local”, enfatizó Banacloy. Estas acciones son parte de una visión a largo plazo que busca fortalecer la identidad productiva de la región y promover su expansión en las exportaciones.
En cuanto a las variedades implantadas, la principal es la Arbequina, pero también existen plantas de las Nevadillo, Frantoio y Changlot Real, además de Misión y Empeltre, que son de doble propósito, tanto para aceite como para aceituna de mesa.
En el área de San Antonio Oeste se localiza la mayor extensión de hectáreas, pero también existen emprendimientos en el Valle Inferior. Por su ubicación, estos cultivos se encuentran expuestos a mayores horas de frío y menor amplitud térmica que en otros lugares del país, lo que influye en gran medida en su mayor calidad y rendimiento.
LMNeuquen