La capacidad productiva de las materias primas de alta calidad necesarias en la producción de golosinas ha colaborado en el desarrollo de una industria agroalimentaria destacada en su producción y exportación. Actualmente, las golosinas argentinas llegan a más de 70 países.
Si bien Argentina no produce cacao, las firmas nacionales han tenido la capacidad de apoyarse en la complementariedad comercial con las golosinas y organizar vías de ingreso a nuevos mercados. Argentina ofrece actualmente tantas opciones de chocolate como el mercado lo exige. Se ofrecen tabletas de chocolate blanco, negro o con leche, simples o rellenas con cereales, frutos secos, galletitas o yogurt. Bombones, rellenos con licores, dulces frutales o dulce de leche y cremas variadas.
En el caso del maní cubierto con chocolate, se ha transformado en una tradición argentina, combinando la extraordinaria calidad de los maníes y la creatividad de los maestros confiteros. La golosina emblemática de los argentinos es el alfajor: dos o tres galletas rellenas con dulce de leche o dulces de frutas, y bañados con chocolate o merengue. Su gramaje varía entre los 45 y 90 gramos.
La excelente producción cerealera argentina le permite la producción de cereales inflados con o sin azúcar, granolas convencionales o integrales, crocantes o húmedas, con frutas, chocolates, coco o miel. También se producen exquisitos turrones, duros, crocantes, blandos o bañados en chocolate. Pueden ser de pasta de maní o praliné.
Con excelente calidad de glucosa y azúcar argentinos, se produce gran diversidad de caramelos: duros, blandos y rellenos. Chicles y chupetines, destinados especialmente al mercado infantil y adolescente, que incluyen una amplia oferta: duros, saborizados, rellenos con jugos de fruta o chicles, en packaging de vanguardia y marcando tendencia en la construcción marcaria.