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Por Fernando Vilella | Denise Sol Mazzitello | Agroempresario.com
En el marco de la Sexta Temporada de “Comunicándonos en Agroempresario.com”, junto a Fernando Vilella, Director de Desarrollo de Agroempresario.com, recibimos a Witold Czeszak, Director del Programa Polaco de Cáñamo; Pawel Wiechetek, Profesor de la Universidad de Varsovia y Lukasz Stasik, Presidente de Scorpion, quienes compartieron sus proyectos, el rol estratégico de la región de la Triple Frontera y las oportunidades que se abren para Argentina en producción, agregado de valor, innovación y encadenamientos industriales de base biológica.
Pawel Wiechetek explicó que todo comenzó como un proyecto para promover la transición hacia la bioeconomía en la región de la Triple Frontera. “Todo comenzó como un proyecto académico de investigación y desarrollo sobre los procesos y transición para la bioeconomía en la región de la Triple Frontera”.
Este proceso derivó en la asociación de instituciones del Mercosur y de la Unión Europea, que confirma un ecosistema de innovación bioeconómica regional que integra empresas, centros científicos y universidades.
Wiechetek destacó que participan más de 30 universidades, especialmente del Grupo Montevideo, en una primera fase focalizada en unas 15 casas de estudio distribuidas entre Misiones, Asunción, Brasilia y Buenos Aires. En paralelo, la contraparte europea está conformada por un consorcio de la Euroleague for Life Sciences, que reúne a 12 universidades agroambientales líderes en sus respectivos países.
El académico adelantó la realización de un evento de integración entre todos los actores, con sede en Brasil y un cierre en Misiones, impulsado por universidades, agencias de innovación y socios europeos.
Wiechetek recordó que la región cuenta con los proyectos impulsados por Itaipú Binacional, orientados a resolver problemas ambientales y sociales a través de cadenas productivas sostenibles. “Fue un portafolio justamente de transición de una región para buscar soluciones en esos clusters bioeconómicos”, sostuvo.
Estos programas fueron reconocidos por Naciones Unidas como precursores de lo que más tarde sería la plataforma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Hoy, ese mismo enfoque inspira nuevas acciones con participación de universidades, centros de investigación y empresas innovadoras.
Wiechetek remarcó además la profunda presencia cultural polaca en el valle del río Iguazú y en Misiones, donde viven más de un millón de descendientes polacos, con fuerte inserción en agroindustrias como yerba mate, plantas medicinales, forestal y agricultura. Esa afinidad cultural, afirmó, impulsa una cooperación más sólida y sistémica.
Luego, Witold Czeszak aportó la visión desde el Instituto de Fibras Naturales y Plantas Medicinales de Polonia, organismo público con 90 años de trayectoria en investigación, desarrollo y transferencia tecnológica.
Czeszak subrayó el enorme potencial agrícola argentino: “Definitivamente Argentina tiene un enorme potencial en la agricultura”. Desde 2021 trabaja en ensayos locales con empresas argentinas y uruguayas, que culminaron con la adopción de genética polaca por parte de la firma Industrial Hemp Solution (IHS), la cual ya cultiva 1000 hectáreas en el país.
El especialista destacó que esta compañía exporta actualmente grano de cáñamo a Canadá, y que en el corto plazo podría abastecer también a Europa, donde la demanda es creciente.
Explicó que el cáñamo ofrece múltiples oportunidades de industrialización, como por ejemplo: en alimentos, cosmética, construcción (aislantes, ladrillos de cáñamo), alimentación animal, aplicaciones medicinales.
En Europa, detalló, el sector de construcción en base a cáñamo es altamente prometedor, alineado con el European Green Deal por su bajo impacto ambiental y su contribución a la reducción de la huella de carbono.
Además, Czeszak lidera en Polonia un proyecto para desarrollar un método óptimo de medición de absorción de CO₂ para el sector agrícola, y evalúa estrategias para que los productores participen del mercado de créditos de carbono.
Por su parte, Lukasz Stasik, narró la historia de Scorpion, la empresa familiar con más de 30 años de trayectoria en el procesamiento de plantas medicinales, yerba mate, plantas aromáticas y biomasa.
Stasik explicó que la compañía nació con el propósito de generar soluciones accesibles y eficientes para pequeños y medianos agricultores. Con el tiempo, la firma evolucionó desde la producción de máquinas individuales hasta el diseño de sistemas integrales que abarcan el procesamiento, el agregado de valor y la articulación con compradores internacionales.
Hoy Scorpion opera en los cinco continentes, con fuerte presencia en los Balcanes y expansión reciente en Brasil. Su meta es consolidar una plataforma industrial para ambas Américas, adaptada a las particularidades productivas regionales.
El portafolio incluye soluciones para el procesamiento de plantas medicinales, yerba mate y hierbas aromáticas, sistemas de biomasa, equipamiento para biogás y biometano, y tecnologías de economía circular sin pérdida de materia prima.
Stasik remarcó que su enfoque se centra en el cliente y en diseñar líneas de procesamiento, cuyos productos procesados cumplan estándares europeos y puedan insertarse en nichos gourmet o farmacéuticos.
Wiechetek profundizó sobre un aspecto singular de Polonia. El país es uno de los pocos casos donde la población rural creció en los últimos 30 años, manteniendo altos niveles de equidad durante la transición del socialismo al capitalismo. “Más de 40% de la población polaca vive en el campo”, señaló.
El índice de Gini apenas subió un punto desde la década de 1980, lo que refleja que la apertura económica no produjo un aumento significativo de la desigualdad. Este equilibrio permitió sostener pequeñas y medianas empresas rurales, base del sistema agroindustrial polaco actual.
Con ese antecedente, Wiechetek sostuvo que es un momento ideal para profundizar la cooperación económica con el Mercosur, especialmente en el marco de un eventual acuerdo entre bloques. La construcción de un ecosistema de innovación bioeconómica regional busca justamente potenciar sinergias, minimizar impactos y coordinar políticas públicas y empresariales.
Czeszak señaló que su objetivo principal es desarrollar el sector de cáñamo en Argentina para la producción a gran escala, orientada al mercado internacional. El grano, hoy muy demandado en Europa, podría convertirse en una exportación competitiva por costos productivos y calidad.
Explicó que IHS exporta grano de cáñamo a Canadá, y que eso demuestra la viabilidad del negocio. El siguiente paso sería escalar la producción y avanzar hacia la industrialización local, para aprovechar técnicas y tecnologías polacas.
El referente insistió en la importancia de capacitar a agricultores, procesadores y decisores públicos mediante programas de formación y viajes de estudio, que permitan ver de primera mano el funcionamiento de las cadenas industriales en Europa.
Stasik retomó el eje de plantas medicinales, afirmando que uno de los principales objetivos para Argentina debe ser aumentar la calidad del procesamiento local para acceder a mercados internacionales exigentes.
Enfatizó que Scorpion trabaja con una visión de economía circular, capaz de procesar todas las partes de la planta sin generar residuos. Esto permite agregar valor para múltiples cadenas como alimentos, suplementos, alimentación animal, insumos farmacéuticos, biomasa y energía.
El especialista identificó “technological gaps” en el sector argentino de plantas medicinales y yerbas, que podrían resolverse con equipamiento específico y esquemas integrados de procesamiento y comercialización internacional.
Además, la empresa ve oportunidades en tendencias globales como: alimentos funcionales, ingredientes naturales, fibras vegetales sostenibles, energías renovables a partir de biomasa, biogás y biometano.
Wiechetek amplió la mirada territorial con ejemplos como el proyecto que se está desarrollando en la Región Metropolitana de Curitiba, donde la bioeconomía se integra al modelo de “Global Smart City”.
Este enfoque articula el uso sostenible del suelo, empleos verdes para agricultores periurbanos, producción de plantas medicinales y aromáticas, procesamiento de alta calidad, integración con sistemas de salud pública, encadenamientos farmacéuticos y exportación.
La experiencia demuestra cómo un nicho inicial puede expandirse hasta convertirse en una cadena productiva de escala nacional, comparable con sectores tradicionales como la citricultura.
Para Czeszak, el futuro del cáñamo en Argentina requiere una estrategia común entre política, ciencia, empresas y productores. Destacó que el instituto que dirige puede acompañar la formulación de planes, la transferencia de tecnología y el diseño de procesos de industrialización.
Stasik, por su parte, afirmó que percibe una gran afinidad cultural y productiva con Argentina, donde ve numerosos rubros con potencial para aplicar tecnologías polacas. Explicó que su empresa no solo desarrolla soluciones para sectores consolidados, sino que impulsa la creación de nuevas cadenas productivas y alianzas innovadoras.
Los especialistas coincidieron en que Argentina reúne condiciones favorables para expandir la producción agroindustrial basada en bioeconomía, integrarse a las cadenas globales y fortalecer las exportaciones con valor agregado.
