El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se encuentra bajo fuerte escrutinio público tras el anuncio del gobierno de un «Plan de Modernización» que incluye despidos masivos, venta de tierras y edificios pertenecientes al organismo. Este plan ha generado preocupación en diversos sectores, especialmente en el ámbito agropecuario, que depende en gran medida de la investigación y los servicios del INTA.
Nicolás Bertram, responsable del Área Nutrición Animal del INTA Marcos Juárez, defendió enfáticamente el rol y la gestión del organismo, afirmando que “El INTA es transparente y rinde cuentas a la sociedad a través de un modelo de auditoría reconocido y validado por el sector agropecuario”. Destacó que el organismo no solo cumple con estrictos controles de gestión, sino que los ingresos generados por sus campos en producción se reinvierten íntegramente para enfrentar los desafíos económicos, como la inflación y los ajustes presupuestarios, garantizando la continuidad de sus operaciones.
Bertram también subrayó la importancia del INTA como pilar del desarrollo rural y tecnológico en Argentina, señalando que cualquier debilitamiento de su estructura impactaría directamente en el progreso del sector agroindustrial y en la generación de conocimiento científico, que son fundamentales para mantener la competitividad del país en los mercados internacionales. La comunidad agropecuaria y científica ha expresado su preocupación por las posibles consecuencias del plan, temiendo que estas medidas puedan comprometer no solo la operatividad del organismo, sino también su misión histórica de impulsar la innovación y la sostenibilidad en el agro argentino.
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