El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, definió 2026 como un año decisivo para profundizar la gestión, ejecutar un amplio programa de obras públicas y ordenar el frente político con la mira puesta en una eventual reelección en 2027. La estrategia combina movilidad, seguridad y control del espacio público con una narrativa de gestión y un delicado equilibrio político frente al crecimiento de La Libertad Avanza en el distrito. El enfoque resulta relevante porque se da tras la derrota electoral de mayo, un punto de inflexión que, según el entorno del mandatario, impulsó una recomposición de indicadores de imagen y desempeño. La información fue publicada por Infobae.
Desde la sede gubernamental de Uspallata, el oficialismo porteño sostiene que el cierre de 2025 muestra señales de recuperación. Funcionarios de primera línea aseguran que la imagen del jefe de Gobierno ronda el 52% y que la valoración de la gestión alcanza el 55%, datos que interpretan como un piso sólido para encarar el próximo año. En ese marco, el Presupuesto aprobado por la Legislatura habilitó un calendario de obras que promete una ciudad intensamente intervenida, con el objetivo de capitalizar resultados visibles hacia el año electoral.
El listado incluye la finalización de la cárcel de Marcos Paz, la modernización integral de la autopista Dellepiane, el inicio de los túneles de la futura Línea F de subte, la incorporación de nuevos vagones para las líneas A, C y B, nuevos pasos bajo nivel y la conclusión de 71 paradores del trambús, el sistema que conectará la Ciudad de norte a sur. En el equipo de Macri admiten que 2026 será un año de obras en simultáneo, con impactos temporales en la circulación, pero confían en que el resultado final refuerce la percepción de gestión.
A esa agenda se suma un relanzamiento comunicacional que busca reforzar la identidad porteña bajo el concepto de “la Ciudad más linda del mundo”, una narrativa a cargo del publicista Rodrigo Figueroa Reyes. La intención es reordenar el vínculo con el electorado independiente, clave en un distrito donde el centro político define elecciones. El mensaje apunta a gestión, cercanía y resultados, evitando la confrontación directa y priorizando logros concretos.
La otra cara del plan es política. El avance de La Libertad Avanza en la Ciudad obliga al PRO a recalibrar su estrategia. En el oficialismo porteño reconocen que el desempeño del presidente Javier Milei es un factor determinante: si mantiene popularidad y estabilidad macro, el candidato libertario en CABA podría disputar el mismo electorado que históricamente acompañó al PRO. En ese escenario, Patricia Bullrich aparece como una figura ya lanzada a la competencia, mientras sectores del macrismo no descartan una PASO amplia de centro derecha como mecanismo de ordenamiento.
Pese a las diferencias del pasado, la relación entre Jorge Macri y Milei mejoró en los últimos meses. Esa sintonía se reflejó en acuerdos legislativos para el tratamiento del Presupuesto y la designación de autoridades en la Legislatura porteña. Hubo, incluso, intercambios públicos entre el mandatario y Pilar Ramírez, referente libertaria en CABA. En el Parlamento local opera un pacto implícito de no agresión: los votos libertarios son relevantes pero insuficientes para aprobar proyectos en soledad, lo que obliga a negociaciones permanentes.
No obstante, en el macrismo admiten que la coordinación no siempre se traduce en resultados concretos. Aun con interlocutores experimentados, como Diego Santilli en el Gobierno nacional, persisten diferencias de enfoque. Un ejemplo es el reclamo por la deuda de coparticipación que la Nación mantiene con la Ciudad. Macri sostiene el planteo ante el ministro de Economía, Luis Caputo, y no descarta volver a la Corte Suprema si los pagos no se regularizan.
El propio jefe de Gobierno abordó la coyuntura política en una entrevista reciente, donde definió la derrota de mayo como “un correctivo a tiempo”. Según su lectura, el revés permitió ajustar el rumbo con margen para corregir, algo que —dijo— habría sido más complejo al final del mandato. En su análisis del tablero porteño, subrayó que no hay una avenida ancha del centro, pero que gana quien logra interpelar al votante independiente, con una oferta de centro derecha orientada a la gestión.
Macri también defendió una concepción del poder basada en asumir costos. “Gobernar implica dirimir conflictos de intereses”, planteó, y ubicó allí decisiones que generan resistencia pero que, a su entender, ordenan el sistema. En educación, citó como ejemplo la corrección de evaluaciones y el control del presentismo docente con huella digital, una política que —según datos oficiales— ya empadronó al 60% del cuerpo docente y busca mejorar la calidad y la previsibilidad. El Gobierno porteño sostiene que estas medidas contribuyeron a revertir una década de retroceso en resultados, con mejoras en lengua y una recuperación parcial en matemática.
El eje de seguridad y espacio público completa el triángulo de prioridades. Aunque el artículo original no detalla anuncios específicos, el oficialismo anticipa refuerzos operativos y acciones de control como parte de una agenda integral que acompañe la inversión en infraestructura y movilidad. El objetivo es ordenar la convivencia urbana en un año de alta intensidad de obras.
Con la mirada puesta en 2026, la apuesta de Jorge Macri es convertir gestión en capital político. El desafío es doble: ejecutar obras sin erosionar el apoyo ciudadano y administrar la competencia con un actor nacional fuerte en el mismo electorado. En el PRO confían en que indicadores en alza, resultados visibles y acuerdos legislativos permitan atravesar el año con estabilidad. La cuenta regresiva hacia 2027 ya empezó, y la Ciudad será el principal escenario de esa disputa.
