Por Agroempresario.com
El 2024 fue un año de claroscuros para el sector agropecuario argentino. Aunque el rendimiento del trigo superó las expectativas en varias regiones, los contratistas rurales enfrentaron un escenario desafiante debido a los altos costos operativos, maquinaria sobrevaluada y el impacto de las retenciones a las exportaciones.
Luis “Freddy” Simone, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), destacó que si bien el trigo rindió más de lo esperado en zonas como el centro de Buenos Aires, los ingresos no alcanzaron para cubrir los costos. “Al no tener los granos un valor destacado, con una baja rentabilidad del productor, nosotros no podemos cobrar los precios que deberíamos. Esto hace que nuestra actividad se vuelva cuesta arriba”, afirmó Simone en declaraciones tomadas del artículo.
Por su parte, Jorge Scoppa, extitular de Facma, calificó el balance del año como “neutral, tirando a negativo”. Según Scoppa, la pérdida de maíz en algunas zonas y los altos costos operativos, como combustible y autopartes, limitaron la rentabilidad: “Hubo inflación en dólares que no se pudo amortizar con lo que recaudamos en la gruesa pasada”.
Uno de los principales problemas que afecta al sector es el elevado precio de la maquinaria agrícola, que según Simone “se ha duplicado en dólares en comparación con cinco años atrás”. Los contratistas, que no han podido renovar sus equipos, se ven obligados a reparar maquinaria obsoleta de más de 10 años.
Scoppa agregó que, a diferencia de otros equipos como camiones, cuyos costos no aumentaron de forma tan desproporcionada, “las máquinas agrícolas en Argentina son un 40% más caras que en países limítrofes”. Según él, esta situación limita la inversión en tecnología, afectando tanto al productor como a la industria.
Entre los principales reclamos del sector, los contratistas piden una reducción inmediata de los Derechos de Exportación (DEX) y mayor apertura a las importaciones para abaratar autopartes y maquinarias. Scoppa expresó que, aunque apoya medidas como la apertura de importaciones, “en el sector agropecuario todavía no hemos ligado a nada”.
De cara al 2025, el panorama es mixto. Si bien se espera una buena cosecha de soja, la reducción en la superficie sembrada de maíz disminuirá la actividad en épocas fuera de campaña. Simone sostuvo que el sector necesita “créditos más accesibles y políticas que incentiven la producción” para garantizar su sostenibilidad.
“La ilusión está en que los costos bajen y en que el clima acompañe. El campo sigue llevando la economía sobre sus hombros, pero necesita soluciones concretas para seguir adelante”, concluyó Scoppa.