Por Agroempresario.com
El cambio climático se ha consolidado como uno de los mayores retos a nivel global, un desafío que requiere un esfuerzo conjunto de gobiernos, empresas y ciudadanos. Las actividades humanas, en particular la quema de combustibles fósiles, son responsables de la mayor parte del aumento de los gases de efecto invernadero (GEI), los cuales han provocado una aceleración de los fenómenos climáticos extremos.
El término "cambio climático" hace referencia a las alteraciones a largo plazo de los patrones climáticos globales. Si bien estos cambios pueden tener causas naturales, como variaciones en la actividad solar o grandes erupciones volcánicas, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio desde el siglo XIX, especialmente por la quema de carbón, petróleo y gas. Según la definición de las Naciones Unidas, este fenómeno "se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos globales".
Los GEI, como el dióxido de carbono (CO2), se acumulan en la atmósfera, provocando un incremento en las temperaturas y alterando los ciclos naturales del clima. Como resultado, las precipitaciones extremas, las sequías y las olas de calor se están haciendo cada vez más frecuentes, afectando tanto a los ecosistemas como a las economías.
En cuanto a las emisiones, los países responsables de la mayor parte de las emisiones de GEI incluyen a la Unión Europea, China y Estados Unidos. Sin embargo, los últimos datos indican que en las últimas décadas, China e India han experimentado un incremento significativo en sus emisiones, mientras que la Unión Europea ha logrado una tendencia declinante, según los datos de Global Carbon Project. En cuanto a los efectos sobre la deforestación, se observa una tendencia a la baja en las últimas dos décadas, lo que ha contribuido a frenar algunas de las emisiones asociadas con el cambio de uso de la tierra.
El reto principal sigue siendo reducir las emisiones de GEI y, al mismo tiempo, mitigar el impacto acumulado de los mismos en la atmósfera. Este proceso debe estar acompañado por un aumento en las prácticas de secuestro de carbono, particularmente en los suelos y los océanos, los principales reservorios de CO2.
El aumento de la producción de alimentos es otro de los grandes desafíos a nivel mundial. Se espera que la demanda global crezca considerablemente en los próximos 30 años, por lo que es imprescindible que la agricultura se transforme para ser más eficiente y sustentable. En este contexto, el uso de buenas prácticas agrícolas, como la rotación de cultivos, la reposición racional de nutrientes y la siembra directa, es esencial para lograr un equilibrio entre la producción de alimentos y la preservación del medio ambiente.
A pesar de los esfuerzos globales, como las cumbres anuales de la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), las promesas y acuerdos alcanzados en estos encuentros han tenido resultados limitados. El hecho de que muchos países no cumplan con sus compromisos ha puesto en evidencia la necesidad de un enfoque más firme y coordinado.
La lucha contra el cambio climático es un camino largo y complejo, pero es crucial que todos los actores involucrados actúen con seriedad y compromiso. La sostenibilidad económica, social y ambiental debe ser el objetivo común, con la reducción de las emisiones de GEI como la piedra angular para mitigar los efectos del cambio climático y garantizar un futuro más verde y equilibrado para las generaciones venideras.