Por Agroempresario.com
En un contexto de márgenes ajustados y precios en baja, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires ajustó a la baja su proyección de siembra de soja para el ciclo 2024/25. Según el último informe de la entidad, la superficie cultivada con la oleaginosa se reducirá en 200.000 hectáreas respecto a la estimación inicial, alcanzando 18,4 millones de hectáreas. Aunque este número representa un crecimiento del 6,4% respecto al ciclo anterior, la soja sigue enfrentando desafíos significativos debido a los altos costos fiscales y una caída en su rentabilidad.
En contraste, el cultivo de maíz muestra un incremento de 300.000 hectáreas en las proyecciones, alcanzando un total de 6,6 millones de hectáreas. Sin embargo, esta cifra aún refleja una disminución del 16,5% en comparación con la campaña previa.
El informe de la Bolsa señala que los márgenes ajustados han llevado a muchos productores a optar por cultivos alternativos al principal grano oleaginoso del país. Al mismo tiempo, el 93% de la soja sembrada se encuentra en una condición normal o buena, aunque los precios internacionales siguen en caída. Desde principios de 2024, el precio promedio de la soja en el mercado de Chicago bajó un 20%, situándose en USD 361 por tonelada, el nivel más bajo desde 2020.
Otro factor determinante es el peso de las retenciones y otros impuestos. Según un análisis de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), la participación del Estado en la renta agrícola alcanzó un 64,3%. En el caso de la soja, que afronta una carga fiscal del 33%, los márgenes netos en campos alquilados resultan negativos en USD 116 por hectárea, considerando rendimientos promedio de 40 quintales por hectárea.
A nivel global, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) estima que las existencias mundiales de soja alcanzarán un récord histórico de 131,87 millones de toneladas, lo que contribuye a un mercado con expectativas de balances holgados y precios presionados a la baja.
Mientras tanto, el sector agrícola argentino enfrenta un panorama complejo, donde la rentabilidad de los cultivos depende cada vez más de estrategias diversificadas, mejoras tecnológicas y una reducción de la presión impositiva para garantizar la sostenibilidad del sistema productivo.