Por Agroempresario.com
Crujiente, con un sabor que combina lo dulce y lo salado, el pistacho se ha convertido en el nuevo protagonista del agro argentino. En los últimos cinco años, la superficie cultivada de este fruto ha crecido más de un 500 %, situando al país como un actor emergente en el mercado global. Desde los áridos paisajes de Cuyo, este superalimento está conquistando tanto tierras como paladares.
El pistacho tiene sus orígenes en Medio Oriente, donde se cultiva desde hace más de 7.000 años. En la década de 1980, dos productores visionarios llevaron semillas de Irán y California a las tierras áridas de San Juan, convencidos de su potencial. Hoy, esta provincia concentra el 87 % de las hectáreas cultivadas con pistachos en Argentina, un logro que combina adaptabilidad, investigación y esfuerzo.
El auge del pistacho motivó al INTA a desarrollar la primera zonificación agroclimática del cultivo en el país, basada en más de una década de estudios. Este mapa identifica áreas de alta y media aptitud en regiones como San Juan, Mendoza, San Luis y La Pampa. “Es una herramienta que permite reducir riesgos y maximizar el éxito de las inversiones”, destacó Gonzalo Sánchez, investigador del INTA.
En el mercado internacional, Estados Unidos, Irán y Turquía lideran la producción, mientras que China y Europa son los mayores consumidores. Argentina, aunque aún emergente, tiene una ventaja clave: su enfoque en la calidad y la trazabilidad. “Con un consumo global en aumento, el pistacho argentino tiene todo para brillar en las mesas más sofisticadas del mundo”, aseguró Eduardo Trentacoste, del INTA La Consulta.
Más allá de su sabor y versatilidad en la gastronomía, el pistacho es reconocido por su perfil nutricional, rico en proteínas, fibra y antioxidantes. Este cultivo no solo diversifica la producción agrícola en zonas áridas, sino que también impulsa prácticas sostenibles.
El pistacho argentino, nacido en las áridas tierras de Cuyo, está listo para conquistar el mundo, demostrando que la innovación y la perseverancia no tienen límites.