Por Agroempresario.com
El sector de la carne porcina en Argentina ha vivido un cierre de año lleno de contrastes. Según un informe del Centro de Economía Regional y Experimental (Cerx), las ventas de carnes frescas y chacinadas experimentaron un notable incremento del 11,1% en diciembre, alcanzando el mayor nivel en dos años. Sin embargo, este crecimiento no fue suficiente para revertir la caída acumulada del 1,5% durante todo el 2024.
El año 2024 se caracterizó por un entorno económico complicado, marcado por una inflación persistente que afectó el poder adquisitivo de los consumidores. A pesar de una caída inflacionaria en los últimos meses, el consumo de carne porcina no logró recuperarse completamente. Según el informe, el Índice de Precios Porcinos (IPC Porcino) registró un alarmante aumento del 84,6% en el año, afectando especialmente a las menudencias de cerdo, que vieron un incremento del 111,3%.
Los cortes de carne porcina más afectados por la inflación incluyen:
Otros productos como el jamón crudo y la salchicha parrillera también experimentaron aumentos significativos, aunque no alcanzaron los tres dígitos. En contraste, productos como la panceta, el salamín y el pechito de cerdo mostraron aumentos más moderados, superiores al 50%.
El último trimestre del año mostró signos de recuperación en el consumo de carne porcina. En diciembre, las ventas de chacinados crecieron un 13,2%, mientras que la carne fresca aumentó un 9,0% en comparación con el mismo mes de 2023. Este repunte se atribuye a la demanda más firme impulsada por las festividades y un esfuerzo por mantener niveles de consumo a pesar de los desafíos económicos.
Sin embargo, a pesar de este crecimiento en diciembre, el balance anual sigue siendo negativo. Las ventas se mantuvieron deprimidas durante gran parte del año, y aunque hubo una recuperación en el último trimestre, no fue suficiente para revertir la caída total del 1,5%.
De acuerdo con los datos del sector, el consumo promedio de carne porcina por habitante en Argentina es de 22,5 kilos al año. Este número refleja no solo las tendencias de consumo, sino también el impacto de la inflación y las variaciones en el poder adquisitivo de la población.
Recientemente, el Gobierno argentino desreguló la exportación e importación de alimentos mediante el Decreto 35/2025, lo que ha generado preocupación en el sector porcino. Esta medida permite la entrada de alimentos con certificación de países de alta vigilancia sin restricciones, lo que podría complicar aún más la situación de la cadena productiva local.
Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, calificó esta desregulación como "revolucionaria". Sin embargo, la entrada de fiambres importados de calidad inferior podría afectar la competitividad de los productos nacionales. Juan Uccelli, consultor del sector porcino, advirtió sobre el riesgo de que los consumidores prefieran productos importados debido a su presentación y marca, a pesar de que la calidad de los productos locales es alta.
La importación de productos terminados podría tener un efecto adverso en las industrias chacinadoras locales, afectando la faena de cerdos y, por ende, a los productores. La preocupación radica en que, si los productos importados tienen más facilidad para ingresar al mercado que los nacionales, esto podría crear una asimetría que perjudique a los productores locales.
Gustavo Lazzari, empresario del rubro, comentó que el sector ha enfrentado una caída del 1,5% en promedio en comparación con 2023, aunque destacó que tuvieron una mejor Navidad en comparación con el año anterior. Sin embargo, la competitividad en el mercado ha llevado a que los precios de los cortes y fiambres se mantengan por debajo de la inflación promedio.
Los productores y empresarios del sector están implementando diversas estrategias para adaptarse a la nueva realidad del mercado. Lazzari mencionó que se están realizando "cirugías de costos" en todos los procesos, desde la producción hasta la compra de materias primas. Este enfoque busca optimizar los recursos y reducir costos en un entorno donde la inflación sigue siendo una preocupación constante.
Un tema crítico que preocupa a los productores es la seguridad alimentaria. La resolución 12/2017 del Senasa establece que todos los productos que ingresen a Argentina con proteínas animales deben ser controlados. Sin embargo, existe el temor de que la apertura del mercado facilite la entrada de productos de baja calidad que podrían comprometer la salud pública.
A pesar de los desafíos, hay un leve optimismo en el sector. La recuperación en las ventas de diciembre sugiere que los consumidores están comenzando a reanudar el consumo de carne porcina. Sin embargo, el panorama sigue siendo incierto. La necesidad de estabilizar los precios y fomentar el consumo interno es crucial para asegurar la sostenibilidad del sector en el futuro.