Se inauguró el primer sábado de octubre de ese año, con presencia de autoridades provinciales, empresarios, cooperativistas y del intendente Eduardo Accastello. Por la intensa lluvia, el acto se hizo en uno de los galpones y a todos, ese chaparrón a comienzo de la campaña auguraba una buena cosecha para alimentar esa factoría con tecnología de punta.
Santiago Acquaroli tiene a su cargo la gerencia de la moderna planta con sede en la ciudad de Villa María (Cba), y comparte su experiencia en el proyecto desde su inicio. “En primer lugar es preciso destacar al equipo de trabajo de AcaBio, quienes con su compromiso y capacitación han acompañado el crecimiento de esta planta”, apreció.
La empresa cooperativa muele 700 mil toneladas de maíz al año, produciendo 290 millones de litros de etanol y generando subproductos como burlanda para la alimentación de unos 200.000 animales por día. Además, se recuperan aproximadamente 800 toneladas mensuales de aceite, que se purifican para uso alimenticio, mostrando un enfoque en la sostenibilidad, y convirtió a Villa María en el kilómetro 0 para la conformación de la Red Regional de Biocombustible para transporte Aéreo, Fluvial y Marítimo.
Por supuesto, el tránsito para llegar a esta realidad no ha sido sencillo: las presiones de las petroleras, las vacilaciones de los gobiernos y el sinuoso trámite de normativas para incrementar los cortes de las naftas han sido vallas muy difíciles de sortear. Pero, hoy se observa un horizonte despejado y los impulsos de crecimiento parecen corporizarse favorablemente.
En Argentina existen seis plantas dedicadas al bioetanol de menor porte, pero la AcaBio es la que tiene capacidad para exportar a diversos destinos, en un mapa donde son pocos los jugadores con capacidad de asistir la demanda mundial de cortes de combustibles.
La planta insignia de AcaBio tiene planes para aumentar su capacidad productiva hasta 500 millones de litros en los próximos diez años si las políticas acompañan este proceso, y en ese sentido la provincia de Córdoba parece ir mostrando el camino que la Nación deberá recorrer en los próximos años.
En el mundo se debate sobre transiciones energéticas y año tras año diferentes cumbres internacionales y mesas de expertos alumbran nuevas estrategias para reducir impactos y huellas dañosas en los ecosistemas. En ese contexto, el biocombustible es una alternativa estratégica, limpia y renovable que podría ayudar a Argentina a ahorrar divisas al reducir las importaciones, y a reducir emisiones dañinas a la atmósfera. Recordemos además, que las políticas del Gobierno Nacional de actualización internacional de precios del barril de petróleo ha tenido un impacto muy fuerte en los costos de cualquier emprendimiento que necesite combustible como energía productiva.
La importancia de contar con profesionales capacitados es destacada; se mencionan 41 expertos provenientes de dos universidades. Esto subraya la necesidad de tecnología avanzada para certificar la sustentabilidad del biocombustible.
AcaBio participa de numerosas actividades que la visibilizan como productora segura, sustentable y con trazabilidad comprobable. De todos modos, en un mundo (con liderazgo de Europa) que comienza a implementar registros y castigos a la producción carente o deficiente de sustentabilidad demostrada, se presenta como un nuevo desafío para certificar producciones amigables.
Es apreciable el esfuerzo de una buena cantidad de investigadores y proyectos que trabajan en la mejora del maíz, como la más importante materia prima con destino energético.
AcaBio cuenta con casi un centenar de operarios directos, más de 350 si se suman los indirectos y transportistas que ingresan diariamente a la planta sobre la autopista que une Córdoba con Rosario.
La planta de Villa María ya casi tiene el doble del porte de la empresa que comenzó a producir poco más de una década atrás pero nuevos bríos parecen inyectarle un empuje muy prometedor.
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