Esta iniciativa, que se puso en marcha en julio de 2024 y se extenderá por tres años, cuenta con el respaldo financiero de la Alianza de Organizaciones Científicas Internacionales (ANSO). Su objetivo principal es evaluar y promover variedades híbridas de sorgo dulce para diversos usos, incluyendo la producción de bioetanol, alimento para ganado y biofertilizantes, al mismo tiempo que se fortalece la seguridad alimentaria y nutricional en la región.
El proyecto es fruto de una colaboración internacional con instituciones de renombre, como la Agricultural Research Corporation de Sudán, el Instituto Nacional de Recursos Semiáridos (NaSARRI) de Uganda, el Instituto de Investigación Agrícola de Tanzania (TARI) y el Instituto de Botánica de la Academia China de Ciencias. La investigación y las pruebas de cultivo se desarrollan en cuatro países: Kenia, Uganda, Tanzania y Sudán.
El sorgo dulce se destaca por su resistencia a la sequía y a plagas, convirtiéndose en una solución clave para los agricultores de regiones áridas y semiáridas. En Kenia, las pruebas con siete variedades híbridas suministradas por el experto Hai-Chun Jing se llevan a cabo en el Centro de Investigación Conjunta Sino-África (SAJOREC) y en diversas localidades como Kakamega, Kisumu y Machakos.
Los resultados iniciales son prometedores: estas variedades superan a las locales en rendimiento por hectárea y presentan un mayor contenido de azúcar (niveles Brix), lo que las hace ideales para la producción de bioetanol. Además, muestran una mayor resistencia a plagas como la Striga, una maleza parasitaria que afecta los cultivos de cereales. Curiosamente, la alta concentración de azúcar en los tallos los vuelve pegajosos, reduciendo el ataque de aves, mientras que algunos híbridos contienen taninos u otros compuestos naturales que desincentivan la alimentación de estas especies.
El impacto de este proyecto ya se hace sentir en las comunidades agrícolas de Kakamega e Ikolomani, donde los productores han obtenido acceso a semillas mejoradas y capacitación técnica. Más de 100 agricultores y sus familias se benefician directamente de esta iniciativa, gracias al apoyo de organizaciones locales como la Asociación de Productores de Sorgo de Shimanyiro y la Cooperativa de Consumidores de Mukongolo.
El fortalecimiento de redes de cooperación mediante intercambios de conocimientos entre productores de Kakamega y Kisumu también ha sido clave para garantizar la sostenibilidad del cultivo en toda la región occidental de Kenia.
El proyecto no solo impulsa la producción primaria, sino que también promueve el desarrollo industrial basado en el sorgo dulce. En el condado de Kakamega, se ha adquirido una microdestilería con capacidad de 100 kg, junto con un molino especializado, allanando el camino para la producción de bioetanol y otros subproductos de alto valor agregado.
Además, la construcción de un banco comunitario de semillas permitirá preservar tanto las variedades híbridas como las autóctonas de sorgo. Paralelamente, los agricultores reciben capacitación en gestión empresarial y financiera para fomentar emprendimientos sostenibles en la cadena de valor del sorgo dulce.
En Uganda, el proyecto está avanzando en la producción de semillas híbridas a partir de líneas parentales, mientras que los socios en los distintos países continúan intercambiando conocimientos en mejoramiento genético, cultivo y agregado de valor. A nivel académico, los resultados de la investigación ya han sido presentados en conferencias internacionales, y actualmente se están preparando artículos científicos y un libro para documentar los hallazgos.
El segundo año del proyecto se centrará en ampliar la producción de bioetanol, alimentos para animales y biofertilizantes derivados del sorgo dulce. Estas acciones podrían marcar un punto de inflexión en la agricultura de África subsahariana, ofreciendo soluciones sustentables para la seguridad alimentaria y abriendo nuevas oportunidades industriales.
Según el Dr. Anami, este proyecto no solo está empoderando a los agricultores, sino que también posiciona al sorgo dulce como un motor clave en la transición hacia una economía circular sostenible en el continente.
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