Por Agroempresario.com
Desde hace varios días, múltiples focos de incendio azotan distintas zonas de la provincia de Corrientes, con especial impacto en el departamento de Curuzú Cuatiá, donde más de 25.000 hectáreas de pastizales fueron devastadas. La combinación de sequía extrema, altas temperaturas y vientos intensos ha generado un escenario crítico que dificulta los esfuerzos por contener el fuego. Productores y brigadistas trabajan incansablemente, aunque reconocen que los recursos son insuficientes para combatir incendios de semejante magnitud.
Los incendios actuales traen a la memoria la tragedia vivida en 2022, cuando el fuego consumió más de un millón de hectáreas, afectando gravemente la producción agropecuaria y la biodiversidad de la región. “La situación es muy complicada. Estamos enfrentando focos muy grandes, con frentes de hasta tres kilómetros y llamas de 30 a 40 metros de altura. La cantidad de combustible en los campos, es decir, el pasto seco, hizo que todo se descontrolara”, explicó Daniel Panario, presidente de la Sociedad Rural de Curuzú Cuatiá.
La intensidad del fuego ha generado una mortandad de animales que aún no ha sido cuantificada, pero que representa un golpe para la economía de la región. “Las condiciones climáticas y el viento crearon un escenario explosivo. Combatir incendios de esta magnitud resulta casi imposible”, agregó Panario, quien también destacó que, a pesar de haber aprendido de la experiencia de 2022, los recursos siguen siendo insuficientes.
La tragedia también cobró una vida. Cindia Alejandra Mendoza, una docente y directora de una escuela rural, perdió la vida intentando ayudar a su padre a combatir las llamas en Mariano Indalecio Loza. Su muerte ha conmovido a la comunidad y reavivado el debate sobre la necesidad de mayores medidas de prevención y respuesta ante estos desastres.
Los incendios no solo afectan a Curuzú Cuatiá. Se han reportado focos en Paso de los Libres y La Cruz, lo que ha obligado a dispersar los recursos disponibles y ha dificultado la contención del fuego. “Cada vez estamos menos preparados para enfrentar estos desastres. Son situaciones que se repetirán con más frecuencia debido a los cambios climáticos. Debemos reorganizarnos como productores y exigir a los entes provinciales y nacionales que inviertan más en prevención y respuesta”, enfatizó Panario.
El sector más golpeado por los incendios es la ganadería. La falta de pasturas afecta la alimentación del ganado, lo que obliga a los productores a trasladar sus animales a otras zonas, con el consiguiente aumento de costos. “Los campos quedaron devastados y la hacienda no tiene dónde pastar. El traslado es costoso y complicado, y además aparecen problemas sanitarios, como la garrapata y la tristeza bovina, que ponen en riesgo la producción”, explicó Panario.
En Perugorría, tras intensos esfuerzos de brigadistas y productores, el fuego fue extinguido, pero dejó un saldo de más de 1.050 hectáreas arrasadas y graves daños en la infraestructura. Karina Tomasella, presidenta de la Sociedad Rural de la localidad, relató que tanto grandes como pequeños productores se vieron afectados. “Los incendios también impactaron a quienes realizan sementera baja en pequeñas chacras. En esas áreas, el fuego se vuelve inmanejable debido al tipo de monte que predomina”, explicó.
Uno de los principales problemas es la falta de recursos para enfrentar incendios de esta magnitud. “Se quemaron postes eléctricos de madera y el campo quedará inutilizable durante meses. Esto obliga a los productores a trasladar su hacienda, lo que implica un costo operativo enorme”, destacó Tomasella. Además, los campos cercanos ya están ocupados, lo que obliga a buscar terrenos a cientos de kilómetros, encareciendo aún más la producción.
La dirigenta destacó el trabajo conjunto entre bomberos, brigadistas y vecinos, quienes, con mochilas de agua y tanques improvisados, combatieron el fuego hasta la llegada de ayuda especializada. “Hubo unos 40 o 50 vecinos que colaboraron para evitar que las llamas se expandieran a las zonas pobladas. Se repitió la historia de hace tres años”, lamentó Tomasella, recordando el incendio de 2022.
La situación en Corrientes vuelve a encender las alarmas sobre la necesidad de políticas de prevención y de mayor inversión en infraestructura y equipamiento para el combate de incendios. Productores y especialistas coinciden en que estos eventos serán cada vez más frecuentes y devastadores, por lo que resulta imperioso contar con un plan integral de manejo del fuego.
El sector agropecuario, clave para la economía de la región, enfrenta un desafío enorme para recuperarse de esta nueva catástrofe. En tanto, los productores afectados insisten en que es necesario reforzar las medidas de prevención, aumentar los recursos destinados al combate de incendios y coordinar acciones con los distintos niveles de gobierno para evitar que la historia se repita una y otra vez.