Por Agroempresario.com
La interacción entre árboles, suelo y ganado es clave para la productividad en entornos ganaderos. Un estudio del INTA, realizado en 13 provincias argentinas, ha demostrado que los sistemas silvopastoriles mejoran la producción forrajera y ayudan a mitigar los efectos de la sequía. Gracias a la presencia de árboles, se optimiza la retención de agua y nutrientes en el suelo, además de estabilizar la temperatura y humedad del ambiente.
El impacto positivo de estos sistemas es evidente en regiones propensas a la sequía. Según Pablo Peri, coordinador del Programa Nacional Forestales del INTA, los árboles pueden marcar la diferencia en la producción. “Comprender cómo influyen en los sistemas ganaderos es fundamental para mejorar la productividad y la sostenibilidad del sector”, afirmó.
Los datos del estudio muestran que la resiliencia de estos sistemas es notable, con una producción de forraje superior incluso en condiciones de precipitaciones reducidas entre un 21 % y un 55 %, dependiendo de la región. En zonas húmedas, las pasturas bajo cobertura arbórea produjeron más biomasa que aquellas expuestas directamente al sol, tanto en años normales como en períodos de estrés hídrico.
Aunque el concepto de silvopastoreo no es nuevo en Argentina, su implementación ha cobrado relevancia en las últimas décadas. Regiones como la Patagonia y el Chaco han adoptado estas prácticas con éxito, beneficiándose de la protección que ofrecen los árboles ante temperaturas extremas y otros factores ambientales adversos. Además, la integración de especies forestales permite diversificar la producción, generando madera como recurso complementario.
Desde un punto de vista ambiental, estos sistemas reducen la erosión del suelo, fomentan la biodiversidad y mitigan los efectos del cambio climático. Su adopción masiva podría contribuir a una producción ganadera más eficiente y menos dependiente de insumos externos.
El estudio del INTA evaluó la implementación del silvopastoreo en climas tan diversos como el húmedo de Misiones y el árido de Chubut. En cada caso, la sinergia entre árboles y pasturas mejoró la productividad, aunque las estrategias específicas variaron según las condiciones locales. En la Patagonia, por ejemplo, los árboles protegen al ganado del viento y las bajas temperaturas, mientras que en el Chaco ayudan a mantener la humedad del suelo y a reducir el impacto de las sequías.
Además de los beneficios productivos, el silvopastoreo ofrece ventajas económicas y sociales. Al aumentar la disponibilidad y calidad del forraje, los productores logran mejores rendimientos y reducen la vulnerabilidad de sus sistemas. Al mismo tiempo, la mayor biodiversidad promueve un equilibrio natural que refuerza la resiliencia del ecosistema.
En un contexto donde la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático son cada vez más prioritarias, los sistemas silvopastoriles representan una solución integral que combina producción y conservación ambiental. Este enfoque innovador reafirma que la clave para el futuro de la ganadería puede estar en un recurso tan antiguo como los árboles.