Por Agroempresario.com
El cultivo de moringa oleífera se perfila como una alternativa viable para diversificar la producción agrícola en el norte argentino. Desde el INTA Yuto, en Jujuy, técnicos especializados promueven su incorporación debido a su resistencia a la sequía, su valor nutricional y su creciente demanda en el mercado. Además, su producción a escala local permitiría generar nuevas oportunidades comerciales para los agricultores de la región.
Conocida como el "árbol de la vida", la moringa se destaca por su alto contenido de vitaminas, proteínas y aminoácidos esenciales. Sus hojas secas son utilizadas para la elaboración de té y otros productos con propiedades beneficiosas para la salud, lo que ha impulsado su popularidad en ferias y comercios locales.
Antonio Sangari, técnico de la Agencia de Extensión Rural de Orán, perteneciente a la Estación Experimental de Cultivos Tropicales del INTA Yuto, explicó que la moringa es una planta resistente, capaz de adaptarse a las condiciones climáticas de la región. "Este árbol puede alcanzar más de cinco metros de altura y soportar largos periodos de sequía. Aunque entra en dormancia durante los meses más fríos, reinicia su crecimiento con el aumento de las temperaturas a partir de agosto", detalló.
El clima del norte salteño, con temperaturas que oscilan entre 0 y 45 grados centígrados, representa un desafío para muchas producciones agrícolas, pero la moringa ha demostrado una notable capacidad de adaptación. Para su desarrollo óptimo, es clave la preparación del suelo, que debe ser franco y bien drenado, así como un riego controlado que evite la pudrición de raíces. Además, necesita una alta exposición solar para lograr un crecimiento adecuado.
En diversas comunidades del departamento de Orán, la experiencia con este cultivo ha sido positiva. “Los productores lo adoptaron rápidamente porque ofrece un período de cosecha más amplio en comparación con cultivos tradicionales. Se pueden recolectar hojas desde octubre hasta junio, lo que permite una fuente de ingresos más estable”, destacó Sangari.
Para potenciar su comercialización, desde el INTA se ha trabajado en la conexión entre productores y compradores, fijando precios justos y facilitando la logística. “Acompañamos a los productores en la inscripción como monotributistas para que puedan facturar y acceder a mercados más amplios. Muchos han diversificado su oferta con productos derivados, como el té de moringa, que se vende por sus propiedades para regular la diabetes, mejorar la anemia y aumentar la energía”, concluyó el especialista.
La moringa oleífera se posiciona como una alternativa productiva de alto valor agregado, con potencial para expandirse en la región y mejorar la rentabilidad de los agricultores locales.