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Por Agroempresario.com
Argentina fue pionera en la producción de biodiesel, pero en los últimos años ha experimentado una notable caída en su participación en el mercado global. Desde su punto máximo en 2017, la participación del país en la producción mundial de biodiesel ha disminuido un 60%, pasando de un 7,8% a un 1,8% en 2024. Esta merma está vinculada a varios factores internos, entre los que destaca un marco regulatorio desfavorable para la industria, con cambios cruciales en la ley de biocombustibles sancionados en 2021.
Uno de los factores determinantes en el retroceso de la producción argentina de biodiesel fue la reforma de la ley de biocombustibles aprobada en 2021. Esta nueva legislación redujo el porcentaje obligatorio de biodiesel en el corte del gasoil, lo que tuvo un impacto directo sobre la competitividad del sector. Según un análisis realizado por Guido D’Angelo, Julio Calzada y Gabriel Sinópoli de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), esta modificación normativa ha golpeado al sector de manera considerable, debilitando su capacidad productiva y su posición en los mercados internacionales.
En 2022, el gobierno argentino tuvo que implementar medidas temporales para afrontar una crisis de desabastecimiento de biodiesel, lo que exacerbó aún más las dificultades del sector. El retroceso de la producción de biodiesel en Argentina, que cayó un 60% desde su nivel más alto en 2017, y la disminución del 81% en las exportaciones en comparación con los picos alcanzados ese mismo año, son un reflejo de los efectos negativos de la política interna.
El escenario global presenta una realidad muy diferente. En lugar de estancarse, otros países han aumentado su producción y exportación de biodiesel. Indonesia y Brasil, por ejemplo, han experimentado un crecimiento sostenido, duplicando su capacidad de producción, mientras que Estados Unidos ha incrementado un 160% su abastecimiento de biocombustibles derivados de aceites vegetales.
Brasil, por ejemplo, ha aumentado su tasa de corte de gasoil con biodiesel, superando a Argentina desde 2021. Este país tiene planes de seguir aumentando su tasa de corte hasta alcanzar un 20% para 2030, lo que le permitirá alcanzar más de 12 millones de toneladas de biodiesel anuales. Además, Brasil ha implementado el programa RenovaBio, que premia la eficiencia ambiental en la producción de biocombustibles y promueve inversiones en energías renovables, lo que le ha permitido avanzar a un ritmo constante en la producción de biodiesel.
En Estados Unidos, los programas federales y estatales han fomentado la producción de biodiesel, con algunos estados como California alcanzando tasas de corte de hasta un 60%. El sistema de créditos de emisiones (RINs) ha impulsado aún más la producción de biodiesel, lo que ha generado un crecimiento continuo en la demanda interna de este biocombustible. Para 2024, se espera que la producción de biodiesel y HVO en Estados Unidos llegue a cifras récord, lo que evidencia el auge de este mercado.
Frente a este panorama, los expertos coinciden en que Argentina necesita una revisión urgente de sus políticas de biocombustibles si desea recuperar la competitividad en el mercado global. Para revitalizar la industria y aprovechar su potencial productivo y exportador, se propone priorizar el desarrollo del sector y adaptar las políticas públicas para que favorezcan el crecimiento sostenido de la producción de biodiesel en el país.
Uno de los pasos recomendados es elevar la tasa de corte de gasoil, lo que podría generar un crecimiento significativo en la demanda interna de biodiesel. De acuerdo con estimaciones de la BCR, si Argentina implementara un corte del 15% para 2026, podría duplicar su capacidad productiva en tan solo un año, pasando del 30% al 50%. Este cambio permitiría al país posicionarse a la par de Brasil en términos de tasas de mezcla nominales y contribuiría a reducir la capacidad ociosa del sector, que actualmente supera el 70%.
Además, se proyecta que alcanzar un corte de B35 para 2031 permitiría a Argentina acercarse a los niveles de producción de países como Indonesia, uno de los principales productores mundiales de biodiesel.
Otro factor clave para recuperar la competitividad internacional de Argentina es el acuerdo Mercosur-Unión Europea, que podría reducir los aranceles de exportación de biodiesel hacia Europa. Este acuerdo, que está previsto para entrar en vigor en los próximos años, podría ser un catalizador importante para la recuperación de las exportaciones argentinas, que actualmente se encuentran en niveles bajos.
Según estimaciones, si Argentina toma medidas para fortalecer su industria del biodiesel, podría más que triplicar su producción entre 2023 y 2030, alcanzando más de 2,1 millones de toneladas al año. Este aumento no solo impulsaría las exportaciones argentinas, sino que también representaría una mejora significativa en la participación del país en el mercado global de biocombustibles.
Más allá de los beneficios económicos que ofrece la industria del biodiesel, su producción tiene un impacto positivo en términos de sostenibilidad. El uso de biodiesel argentino ha demostrado ser una herramienta efectiva para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a la descarbonización de la matriz energética. Según estudios, el biodiesel argentino permite una reducción de más del 70% en las emisiones de CO2 en comparación con los combustibles fósiles, lo que lo convierte en una opción clave para la transición hacia una energía más limpia.
En este contexto global de descarbonización, el biodiesel argentino tiene un gran potencial para desempeñar un papel fundamental en la transición hacia una matriz energética más limpia y diversificada, siempre que el país implemente las políticas adecuadas para fomentar su producción y exportación.
