La industria vitivinícola apuesta a la reducción impositiva y mayor eficiencia para recuperar competitividad

Por Agroempresario.com

La industria vitivinícola argentina cerró 2024 con resultados mixtos, exhibiendo un notable crecimiento en sus exportaciones, pero con una leve contracción en el mercado interno. Con una mirada puesta en el futuro y ante un entorno económico incierto, el sector vitivinícola se muestra optimista, pero cauteloso. Las expectativas para 2025 están fuertemente ligadas a la evolución de la economía nacional y la competitividad del mercado internacional.

Crecimiento de las exportaciones y desafíos internos

Según datos de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), las exportaciones de vino crecieron un 15,3% en valor durante 2024, totalizando US$ 933 millones, mientras que el volumen exportado aumentó un 5,6%, alcanzando los 207,6 millones de litros. Además, las ventas internacionales de mosto concentrado registraron un impresionante aumento del 103,4%. Los principales destinos para los vinos argentinos fueron Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Brasil.

Sin embargo, la otra cara de la moneda muestra una leve caída en el mercado interno. El consumo en el mercado nacional experimentó una disminución del 1,2%. No obstante, desde Coviar resaltan que el vino ha mostrado una mayor resiliencia frente a otras bebidas alcohólicas, cuyo consumo cayó entre un 16% y un 20%, según datos de Scentia. El vino tinto, por ejemplo, registró un leve aumento del 2,4%, mientras que el vino blanco sufrió la mayor caída, con una disminución del 14,1% en comparación con el año anterior.

Optimismo moderado ante los desafíos económicos

Mario González, presidente de Coviar, expresó su optimismo respecto a las perspectivas de 2025, aunque advirtió que la evolución del consumo interno dependerá en gran medida de la situación económica del país. “Si hay un pequeño crecimiento y se logra reducir la inflación, la vitivinicultura va a tener un buen año”, aseguró González. En cuanto a las ventas, destacó que el vino en botella fue el que mejor sorteó la caída generalizada del consumo, con una disminución de solo un 1%, mientras que el vino en caja y los espumantes experimentaron bajas más pronunciadas, de un 17% y un 21%, respectivamente.

Con respecto a los precios, el vino en botella tuvo un aumento del 167%, lo que, según González, refleja cómo el vino sigue siendo sensible a los vaivenes económicos: “Si el consumo general cae, el de vino también lo hace, pero ha sido positivo que la caída haya sido relativamente pequeña”, comentó.

El desafío de la competitividad en el mercado internacional

Mientras tanto, en el mercado externo, el sector vitivinícola hace un llamado urgente a mejorar la competitividad, particularmente en áreas clave como la reducción de la carga impositiva y los costos logísticos. Actualmente, la carga tributaria sobre la rentabilidad del vino en Argentina ronda el 60%, una cifra que el sector considera insostenible. A esto se suma el alto costo logístico, que en algunos casos puede llegar a ser de 50 centavos de dólar por litro, frente a solo 10 centavos en otros países competidores.

“Hasta ahora, el foco estaba en el tipo de cambio, pero el sector ha comprendido que este beneficio es efímero, ya que los costos se equiparan rápidamente”, explica González. A su vez, destaca que la vitivinicultura es una de las actividades más fiscalizadas dentro del campo argentino. En ese sentido, subraya la necesidad de revisar los impuestos distorsivos que fueron creados en los últimos 20 años y que han quedado “eternizados” en el sistema.

Apertura comercial y la experiencia de Chile

La apertura comercial y las estrategias de acuerdos internacionales son otros de los puntos que, según González, deben ser una prioridad para la vitivinicultura argentina. "Argentina ha construido una reputación en el segmento de vinos de calidad media-alta, y lo que hizo Chile para posicionarse como uno de los grandes competidores de Argentina fue establecer tratados de libre comercio y contar con acuerdos arancelarios beneficiosos", señala. En su opinión, ese tipo de iniciativas son "una materia pendiente para Argentina", que está comenzando a poner sobre la mesa nuevamente.

Para 2025, las expectativas del sector son altas. "En lo productivo, no hemos sufrido grandes impactos por condiciones climáticas adversas. Actualmente estamos en plena vendimia en varias provincias, y el stock de vino se mide hasta junio, por lo que podría haber acumulación de existencias. Sin embargo, confiamos en que el consumidor interno impulse la demanda y podamos aumentar nuestras exportaciones rápidamente", comenta González, optimista sobre el desempeño del mosto concentrado y otros derivados del vino como las pasas de uva y la uva fresca.

El crecimiento del enoturismo: un sector en expansión

Otro aspecto destacado por el vicepresidente de Coviar, Pablo Asens, es el crecimiento del enoturismo en los últimos años. En 2024, el sector vitivinícola argentino cuenta con 486 bodegas abiertas al público en 17 provincias, lo que representa un avance significativo respecto a años anteriores, cuando en 2000 solo había 20 bodegas turísticas y en 2010 un total de 100. A pesar de que la fluctuación del tipo de cambio afectó al turismo internacional, Asens destaca que en muchas provincias el turismo doméstico ha sido una salvaguarda. “Si bien no fue el año esperado, en términos generales fue un buen año para el enoturismo”, aseguró.

Un actor clave en la vitivinicultura mundial

Argentina continúa consolidándose como un jugador clave en la vitivinicultura mundial. Con 204.847 hectáreas cultivadas con vid, el país ocupa el séptimo lugar en el mundo en cuanto a superficie cultivada. Además, es el noveno mayor consumidor y el octavo mayor productor de vinos a nivel mundial, y el undécimo mayor exportador de vinos en volumen.