Por Agroempresario.com
La reciente escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha vuelto a poner a la soja en el centro de la disputa. Con la imposición de un arancel del 10% por parte del gigante asiático sobre la oleaginosa estadounidense, los analistas intentan dimensionar el impacto que esta medida tendrá en el mercado global y, en particular, en Argentina.
Si bien el anuncio generó una baja en la cotización de la soja en la Bolsa de Chicago, los expertos sostienen que el efecto en el mercado no será drástico en el corto plazo. De hecho, para Argentina, esta situación podría representar una oportunidad de mejorar sus ventas a China mediante primas más favorables.
Tras conocerse la medida arancelaria de China, la soja en la posición mayo cayó US$5,24 en Chicago, ubicándose en US$371,66 por tonelada, mientras que la posición julio disminuyó US$5,23, alcanzando los US$376,90 por tonelada. A pesar de esta baja inicial, los expertos consideran que el impacto real aún está por verse.
Carlos Pouiller, director de AZ-Group, analizó la situación y explicó que la reciente imposición de aranceles por parte de China es considerablemente menor a la aplicada en la guerra comercial de 2018, cuando el gravamen alcanzó el 25%. "Esto demuestra que el gobierno chino no busca repetir el mismo escenario de tensión", afirmó.
Históricamente, China importa alrededor de 105 millones de toneladas de soja al año, de las cuales aproximadamente el 70% proviene de Brasil, el 24% de Estados Unidos y solo el 4% de Argentina. Sin embargo, con la nueva barrera arancelaria, se espera que China redirija aún más sus compras hacia Sudamérica, favoreciendo principalmente a Brasil y, en menor medida, a Argentina.
Paulina Lescano, analista del mercado de granos, destacó que el impacto sobre Argentina dependerá de la evolución de las primas de exportación: "Si bien China podría aumentar sus compras en Sudamérica, los precios en Chicago seguirán influyendo en los valores locales. Aumentos en las primas podrían compensar la caída en la cotización internacional, pero no necesariamente representarían un alza en los precios locales".
Adrián Seltzer, de la corredora Granar SA, añadió que la situación podría derivar en una reconfiguración de los flujos comerciales: "Sudamérica podría captar parte del mercado que Estados Unidos perdería en China, pero al mismo tiempo, EE.UU. podría buscar nuevos destinos para su producción, presionando la competitividad de los productos sudamericanos".
Uno de los factores clave en este nuevo escenario es la producción récord de soja en Brasil. Con una cosecha estimada en 170 millones de toneladas, el país sudamericano se posiciona como el mayor proveedor mundial del grano y el principal beneficiado por la disputa entre las dos potencias económicas.
Para Argentina, la situación es diferente, ya que su principal negocio vinculado a la soja no está en la exportación del grano en sí, sino en la molienda y comercialización de productos derivados como la harina y el aceite de soja. Aun así, la posibilidad de incrementar las ventas de poroto de soja hacia China es una oportunidad a considerar.
La guerra comercial no solo afecta a la soja. Otros productos agropecuarios, como el maíz, el trigo y la carne, también están en la mira de los analistas. Eugenio Irazuegui, de la firma Zeni, destacó que "con la aplicación de aranceles, los consumidores chinos sufrirán un encarecimiento de los bienes importados desde EE.UU., lo que podría llevarlos a buscar alternativas en otros mercados".
En este contexto, la carne vacuna argentina podría beneficiarse debido a la nueva barrera arancelaria impuesta sobre la carne estadounidense. Actualmente, Argentina ya destina casi el 70% de sus exportaciones de carne vacuna a China, por lo que la posibilidad de fortalecer aún más esa relación comercial representa un escenario positivo para el sector.
En cuanto al maíz y el trigo, Lescano sostuvo que "existe la posibilidad de aumentar el volumen exportado a China, aunque este país ha venido reduciendo sus importaciones de maíz en los últimos años".
Si bien la guerra comercial entre EE.UU. y China representa una oportunidad para Argentina en términos de mejora en las primas y potencial aumento en la exportación de productos agrícolas, el panorama sigue siendo incierto. La evolución de las negociaciones entre ambas potencias y el comportamiento del mercado de Chicago serán factores determinantes en el impacto final para el país.
Juan Manuel Uberti, analista de Grassi, advirtió sobre los riesgos de la situación: "Si bien podemos encontrar oportunidades en el corto plazo, una guerra comercial prolongada podría afectar la estabilidad del comercio internacional y generar volatilidad en los mercados".
Por lo pronto, los productores y exportadores argentinos deberán estar atentos a los movimientos en el tablero global y evaluar estrategias para aprovechar las oportunidades que puedan surgir en este contexto de incertidumbre.