Crisis en la viticultura argentina: la superficie de viñedos alcanza su mínimo en 34 años

En 2024, la superficie de viñedos del país descendió por debajo de las 200.000 hectáreas, un golpe duro para los pequeños productores y el sector vitivinícola en general

Crisis en la viticultura argentina: la superficie de viñedos alcanza su mínimo en 34 años
miércoles 05 de marzo de 2025

Por Agroempresario.com

El sector vitivinícola argentino atraviesa una crisis que no cesa de agudizarse. En lo que parece ser una caída constante, 2024 marcó un hito negativo al registrar la menor superficie de viñedos en el país en más de tres décadas. La superficie total de viñedos descendió a 199.946 hectáreas, perdiendo casi 5.000 hectáreas respecto al año anterior. Esta caída representa la cifra más baja desde 1990, reflejando una tendencia preocupante en la viticultura nacional.
El informe publicado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) subraya que, si bien la cosecha de 2024 se incrementó en términos de volumen, este repunte no es suficiente para contrarrestar los efectos del declive en la superficie plantada.

Los costos de producción y la concentración del mercado

Entre los principales factores que impulsan esta drástica disminución se encuentran los elevados costos de producción, que continúan afectando con especial énfasis a los pequeños productores. En particular, las regiones más afectadas son aquellas de menor escala, donde los costos de mantenimiento de los viñedos, el acceso a insumos y la rentabilidad de la actividad han hecho que muchos productores opten por abandonar la viticultura.
En paralelo, el fenómeno de la concentración en el sector también se ha acentuado. Grandes bodegas han comenzado a adquirir tierras o a expandir sus áreas de cultivo, mientras que muchas bodegas más pequeñas han tenido que cerrar sus puertas. La concentración de la producción en ciertas zonas vitícolas ha generado una polarización en el mercado, en el que las bodegas con más recursos adquieren tierras a un ritmo acelerado, acaparando la mayor parte de la producción. Esto, a su vez, ha generado una fuerte competencia por el espacio y la mano de obra, lo que contribuye a la crisis que vive el sector.

Mendoza

Mendoza, epicentro de la crisis

Mendoza, la provincia más importante en términos de producción vitivinícola, es la que más ha sufrido este fenómeno. En las últimas décadas, se ha venido observando un proceso de urbanización en áreas que tradicionalmente se destinaban al cultivo de vid. El Malbec, una de las variedades más emblemáticas de la región, ha cedido espacio a emprendimientos inmobiliarios en zonas como el Valle de Uco, Luján, Tupungato y Maipú, donde el negocio inmobiliario ha comenzado a resultar más atractivo que el agrícola.

Leandro Ripamonti, productor del este mendocino y miembro de la Asociación de Productores Unidos, expresó su preocupación: “La pérdida de hectáreas es real, pero esta situación está relacionada con la pérdida de rentabilidad, que sigue dejando fuera a miles de productores. En cambio, las grandes bodegas han aumentado su presencia en zonas como Valle de Uco, donde la concentración es cada vez mayor.”

La pérdida de rentabilidad y los desafíos futuros

El panorama de la viticultura argentina se agrava aún más con los factores económicos y climáticos. La alta inflación, la escasez de mano de obra calificada y los problemas logísticos son solo algunos de los desafíos a los que se enfrentan los productores. Además, la caída en el consumo interno y la competitividad en el mercado global han hecho que el negocio de la viticultura sea cada vez menos rentable, especialmente para los pequeños productores que no tienen acceso a los mismos recursos que las grandes bodegas.
Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi), resaltó: “Es una tendencia mundial. Las hectáreas que desaparecen pertenecen a productores más pequeños, pero la concentración de la producción se mantiene o incluso crece. La clave está en la integración para que los pequeños viñateros sigan en la actividad. Sin ella, es difícil que sobrevivan a los desafíos que enfrentan.”

Impacto en las variedades y las regiones productoras

El informe del INV también hace hincapié en la evolución de las variedades de uva cultivadas. La superficie dedicada a las variedades aptas para la elaboración de vino ha disminuido en un 92,2% del total de la superficie. En particular, las variedades tintas y blancas han experimentado bajas, lo que afecta directamente la calidad y la producción de los vinos argentinos.
Por otro lado, las provincias más afectadas por la pérdida de viñedos y hectáreas de cultivo han sido Mendoza y San Juan, que concentran el 90% de la producción vitivinícola del país. Mendoza, en particular, ha visto una disminución de 3.957,7 hectáreas, mientras que San Juan ha perdido más de 2.200 hectáreas en el último año. En menor medida, otras provincias como La Rioja, Catamarca y Neuquén también han sufrido pérdidas significativas.
En este contexto, las cifras son preocupantes: desde 2014, el sector ha perdido más de 26.000 hectáreas de viñedos, una caída que parece estar lejos de estabilizarse.

Mendoza

Perspectivas a futuro: ¿Qué le espera a la viticultura argentina?

El panorama a futuro es incierto. Si bien la producción sigue siendo alta, la reducción en la superficie sembrada genera preocupación sobre la sostenibilidad del negocio a largo plazo. Las bodegas grandes continúan concentrando la producción, mientras que los pequeños viñateros luchan por mantenerse a flote.
La integración de los pequeños productores en cooperativas o en alianzas estratégicas con grandes bodegas podría ser una de las salidas para evitar el colapso del sector, pero para eso será necesario un cambio profundo en la política agrícola y vitivinícola del país.
En este contexto, el INV sigue trabajando en la actualización del Censo Vitícola para poder seguir de cerca la evolución de la viticultura argentina. Durante 2024, se verificaron más de 23.000 hectáreas de viñedos, lo que permitió dar de baja más de 7.000 hectáreas en desuso.

La crisis en la viticultura argentina es un problema complejo que involucra factores económicos, climáticos y sociales. La pérdida de superficie sembrada es una señal alarmante para el futuro del sector, que requiere medidas urgentes para evitar su desaparición. A medida que se intensifica la concentración en pocas manos y se agudizan los costos de producción, la situación se vuelve insostenible para los pequeños productores, que se ven cada vez más alejados del mercado. El futuro de la viticultura argentina dependerá de su capacidad para adaptarse a un entorno cada vez más competitivo y cambiante, y para encontrar soluciones que permitan la integración de todos los actores del sector.



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