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Por Agroempresario
El sector ganadero argentino atraviesa un período de preocupación, marcado por una tendencia que podría tener consecuencias significativas en el mediano plazo. La faena de hembras, especialmente vacas y vaquillonas, está alcanzando niveles alarmantes, lo que pone en riesgo el stock de vientres en producción y, a largo plazo, la capacidad de generación de terneros para abastecer el rodeo nacional.
Analistas del sector están monitoreando de cerca esta situación debido a su trascendencia. En términos simples, cuando se extraen demasiadas hembras del stock, se corre el riesgo de reducir la cantidad de vientres productivos disponibles para la reproducción, lo que limita la capacidad de generar terneros. Esto afectaría directamente la estabilidad de la producción ganadera del país.
Según el Rosgan, aunque no es posible precisar con exactitud cuál es el nivel máximo de extracción que el rodeo nacional puede soportar sin retroceder significativamente en la producción de terneros, sí se sabe que cuando varios años consecutivos presentan una elevada faena sin cambios en los índices de producción, el stock general de ganado se verá reducido. Esto, inevitablemente, genera un panorama de incertidumbre para la ganadería nacional.
El cambio en el mercado de la carne comenzó en 2018/19, cuando la crisis de la Peste Porcina Africana en China impulsó la demanda de vacas argentinas. Hasta ese momento, las vacas no eran una categoría muy valorada; sin embargo, tras este cambio, se convirtió en una pieza clave dentro de la ganadería argentina, generando ingresos significativos para los productores.
Desde entonces, la faena de vacas ha experimentado un aumento notable. En los últimos años, el promedio mensual de faena pasó de 150 a 170 mil vacas a 200 y 230 mil, alcanzando picos cercanos a las 250 mil cabezas mensuales en 2023. Este aumento de faena generó un efecto positivo en el mercado de invernada, engorde y, por supuesto, en la industria exportadora, que vio incrementada su actividad. Sin embargo, este aumento sostenido en la faena de vacas está empezando a mostrar sus consecuencias, ya que un exceso de extracción puede llevar a un estancamiento del stock nacional.
El problema más acuciante se presenta en la faena de vaquillonas, categoría esencial para la reposición de vientres. Durante los últimos años, esta categoría ha experimentado un crecimiento alarmante, con más de 4 millones de cabezas faenadas en 2023, representando más de la mitad del stock registrado de vaquillonas. Este aumento es preocupante, ya que la faena de vaquillonas se utiliza como un indicador clave de la capacidad futura de reposición de vientres. En este sentido, si no se frena la extracción de hembras, el stock de vientres en producción podría caer aún más, poniendo en riesgo la sostenibilidad de la ganadería argentina.
Una de las principales razones de este fenómeno es la influencia del mercado chino. A raíz de la crisis sanitaria de la Peste Porcina Africana, China comenzó a demandar grandes cantidades de carne vacuna, especialmente de vacas. Esto motivó a los productores argentinos a realizar una mayor faena de hembras, ya que los precios ofrecidos eran atractivos, superando el 30% de sus ingresos anuales. Sin embargo, este impulso ha ido perdiendo fuerza.
En 2024, los precios que China paga por la carne vacuna argentina cayeron aproximadamente un 10% interanual, alcanzando niveles más bajos que los registrados en plena pandemia. Esta caída de precios ha afectado tanto a los productores como a la industria local, con una baja en las cotizaciones de alrededor del 6% en términos interanuales y más del 20% en comparación con los máximos alcanzados en 2022. Esta disminución de precios ha llevado a una menor capacidad de compra por parte de la industria, lo que a su vez afecta el volumen de faena.
El precio de la carne vacuna sigue siendo una pieza clave para entender el rumbo de la ganadería argentina. La caída de los precios ha reducido la rentabilidad de los productores, quienes ya enfrentan una fuerte presión por la sequía y la falta de agua que afecta las pasturas. La combinación de estos factores ha llevado a una mayor presión sobre las existencias, que aún se encuentran en niveles bajos debido a la escasez de terneros.
Por otro lado, los datos más recientes del mercado de exportación de carne vacuna reflejan una ligera recuperación. En los primeros meses de 2024, el valor promedio por tonelada de carne exportada a China aumentó un 9% respecto al mes de diciembre, alcanzando un valor de USD 3.343 por tonelada. Sin embargo, este valor aún está muy por debajo de los USD 5.150 por tonelada registrados a mediados de 2022.
El futuro de la ganadería argentina dependerá de la capacidad de los productores y la industria para adaptarse a estos cambios, no solo en términos de precios, sino también en la gestión de las existencias de ganado. Si bien la demanda de China sigue siendo un factor crucial, la falta de una respuesta sostenida de la producción nacional podría afectar la competitividad y estabilidad de la ganadería argentina a largo plazo.
