Cosecha suspendida y campos bajo agua: la crisis de 240.000 hectáreas inundadas en Buenos Aires

Por Agroempresario.com

La provincia de Buenos Aires enfrenta una de las peores inundaciones en los últimos años, con más de 240.000 hectáreas de campos anegadas en los partidos de 9 de Julio, Bolívar y Carlos Casares. Las lluvias intensas caídas en las últimas semanas han sumergido los cultivos y afectado gravemente a la ganadería, provocando pérdidas económicas y logísticas de gran magnitud para los productores de la región.

En 9 de Julio, las lluvias de los últimos días han cubierto 40.000 hectáreas de los campos, mientras que en Bolívar la cifra asciende a 125.000 hectáreas, y en Carlos Casares a 78.000 hectáreas. En total, estas tres localidades han sido severamente afectadas, con cultivos anegados y caminos intransitables que complican aún más la situación. Según Mario Reymundo, presidente de la Sociedad Rural de Carlos Casares, "en solo 20 días cayó el 90% de los 639 milímetros acumulados en lo que va del año. La situación es preocupante".

Este fenómeno climático, que comenzó en enero con lluvias muy por debajo de lo normal (45 milímetros), aumentó significativamente en febrero con 327 milímetros, y en marzo la cifra sigue en aumento con 267 milímetros. Las tierras no pudieron drenar el agua debido a la falta de infraestructura hídrica, lo que resultó en una acumulación masiva que afectó directamente a los cultivos de girasol, maíz y soja.

Los productores de la zona enfrentan enormes dificultades para poder continuar con la cosecha de girasol, que debería haberse completado entre fines de febrero y principios de marzo. "Prácticamente no se pudo cosechar nada", explicó Reymundo, quien agregó que los caminos intransitables son otro desafío importante. "En algunos casos, lo poco que se pudo cosechar hubo que embolsarlo en el campo porque no se podía sacar", detalló.

La situación no es mucho mejor para los productores de maíz y soja. Si bien el maíz temprano logró desarrollarse, la soja que aún se encontraba en etapa vegetativa corre el riesgo de perderse por la falta de oxígeno en las raíces. "Hay lotes que directamente no se podrán cosechar", advirtió Reymundo. La ganadería también ha sufrido las consecuencias de las inundaciones, ya que la superficie disponible para el pastoreo se ha reducido considerablemente, lo que obligó a los productores a trasladar el ganado a otras zonas.

Los tambos enfrentan una situación aún más crítica, ya que los caminos intransitables dificultan el transporte de la leche. "El tambero está obligado a sacar la leche todos los días, pero por la situación de los caminos se hace muy difícil", señaló Reymundo.

En Bolívar, la situación es igualmente alarmante. Alfredo Alzueta, presidente de la Regional Aapresid de Bolívar, explicó que, aunque las lluvias han sido significativas (entre 400 y 500 milímetros en los últimos dos meses), el principal problema es que el partido actúa como un "paso de agua", recibiendo grandes volúmenes de agua provenientes de otras zonas. "Nosotros estamos en la cota 90, por lo que toda el agua de Carhué, La Salada y otras regiones pasa por aquí", indicó Alzueta.

La falta de infraestructura hídrica adecuada ha empeorado la situación. "La ruta 26 actúa como una barrera de contención y hace que el agua drene más lento", agregó. En el norte del partido, hacia Pehuajó, predominan las cuencas endorreicas, lo que significa que el agua no tiene salida natural, lo que agrava aún más el panorama productivo.

Las lluvias llegaron justo al inicio de la cosecha de girasol, uno de los cultivos más afectados en la región. "Muchas hectáreas se perdieron, hay problemas de piso y el girasol es muy sensible a la caída de granos", comentó Alzueta. Además, la ganadería ha sufrido grandes pérdidas de superficie para el pastoreo, y muchos productores han tenido que trasladar a sus animales.

En el partido de 9 de Julio, las imágenes aéreas muestran la magnitud del desastre. Campos enteros se han transformado en grandes lagunas. Patricia Gorza, presidenta de Mujeres de la Ruralidad Argentina, describió el panorama con angustia: "Llovieron 600 milímetros en lo que va del año, pero 400 cayeron en apenas 20 días. Eso fue lo que explotó todo".

La infraestructura hídrica de la región, que se construyó tras la histórica inundación de 2001-2002, no ha recibido mantenimiento en más de dos décadas. Gorza explicó que "en 2012, cuando tuvimos la última gran inundación, los canales aún funcionaban bien y el agua circulaba. Pero ahora están desmoronados, tapados por plantas y obstruidos por el paso de animales".

Las pérdidas en la producción de soja son significativas. Si bien el maíz ha sido más resistente al agua, el avance de la cosecha está en peligro debido a la falta de caminos. "En 15 o 20 días empieza la cosecha y no hay caminos para sacar los granos", advirtió Gorza. La falta de infraestructura y los caminos intransitables agravan aún más la situación.

Ante la falta de respuesta oficial, los productores de la zona se han organizado para intentar solucionar el problema por su cuenta. "Nos organizamos entre vecinos y contratamos una empresa privada con retroexcavadoras para limpiar y destrabar los canales. No podemos esperar más", afirmó Gorza.

La incertidumbre crece a medida que la situación empeora. "Hay una gran preocupación por la situación, especialmente entre los productores y contratistas. La cercanía de la cosecha y la llegada del otoño agravan el panorama. Los días son más cortos y el agua no se va, lo que significa que lidiar con el barro será un problema durante todo el invierno", concluyó