Por Agroempresario.com
La ganadería bovina de Argentina enfrenta constantemente desafíos en cuanto a la alimentación del ganado, siendo las pasturas uno de los factores más determinantes para el rendimiento de la producción de carne. En el noreste argentino, conocido por su extenso y productivo sector ganadero, la calidad y persistencia de las pasturas han sido históricamente limitantes para el potencial del sector. En respuesta a este desafío, un grupo de especialistas del CONICET, específicamente del Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE), ha avanzado en el desarrollo de pasturas nativas más resistentes, nutritivas y adaptadas a las condiciones de esta región, con el objetivo de mejorar los rendimientos en la producción de carne bovina.
Se estima que en Argentina existen más de 50 millones de cabezas de ganado bovino, de las cuales más del 20 por ciento se encuentran en el noreste del país. Este dato resalta la importancia del nordeste argentino para la ganadería, que representa la segunda región más relevante para esta actividad, solo después de la zona Pampeana. Sin embargo, en esta región predominan los sistemas pastoriles, en los cuales los animales se alimentan principalmente de pasturas naturales o cultivadas en el suelo, lo que afecta directamente el rendimiento de la producción de carne.
Uno de los principales problemas que enfrentan los ganaderos del NEA es el bajo valor nutritivo de las pasturas nativas, lo que impacta en el crecimiento y la salud del ganado, limitando así la producción de carne. A partir de este diagnóstico, los especialistas del IBONE comenzaron a desarrollar proyectos destinados al mejoramiento genético de las especies forrajeras para que se adapten mejor a las características del suelo y al clima de la región. La diversidad genética de especies nativas de la zona se presenta como una ventaja estratégica, ya que la región cuenta con una notable variedad de gramíneas y leguminosas que pueden ser aprovechadas para este tipo de trabajos.
Actualmente, se han identificado cerca de 400 especies de gramíneas y 300 de leguminosas solo en la provincia de Corrientes, lo que subraya el potencial genético disponible. A partir de esta diversidad, el grupo de investigación del CONICET ha logrado generar nuevas variedades de pasturas con características que buscan resolver problemas específicos del sector ganadero. Estas pasturas mejoradas se distinguen por su mayor tolerancia al pastoreo intenso, su persistencia durante todo el año, su capacidad para incorporarse al sistema suelo-planta-animal de manera eficiente, y su alta concentración nutritiva.
Uno de los primeros cultivares obtenidos por este grupo de investigación es el Paspalum Cambá FCA, una variedad adaptada a los suelos del NEA, especialmente aquellos con problemas de anegamiento transitorio. Este tipo de pasto es capaz de mantenerse en suelos inundados durante períodos cortos, lo que lo hace ideal para las regiones que sufren fuertes lluvias seguidas de sequías. Además, se desarrollaron otras variedades como el Chané FCA, que se adapta a suelos bien drenados y tiene un alto valor nutricional, y el Boyero UNNE, una especie de pasto horqueta (Paspalum notatum) que ofrece un crecimiento constante durante todo el año.
Sin embargo, uno de los logros más relevantes del equipo de investigación es el desarrollo de la leguminosa Stylosanthes guianensis, conocida como Pionera UNNE, que tiene la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, lo que mejora la fertilidad del suelo y la calidad nutritiva de las pasturas. La fijación de nitrógeno incrementa la concentración de proteínas en la dieta de los animales, mejorando así la digestibilidad y el rendimiento de la carne. Además, el nitrógeno fijado por esta leguminosa se transfiere al resto del sistema, beneficiando tanto a otras especies forrajeras como al suelo y los animales.
El Pionera UNNE se está evaluando en diversas zonas del país y se encuentra en la última etapa de inscripción en el Instituto Nacional de Semillas (INASE). Esta variedad no solo es útil para la alimentación directa del ganado, sino también para la producción de reservas forrajeras, ya que puede ser cosechada, secada y almacenada para su uso posterior.
El proceso para la obtención de nuevas variedades de pasturas es largo y meticuloso. Desde la identificación del problema hasta la inscripción en el INASE, puede llevar entre 10 y 14 años de trabajo. Sin embargo, los avances ya alcanzados demuestran el enorme potencial que tienen las pasturas nativas mejoradas para optimizar los rendimientos del sector ganadero en el NEA. Estas nuevas variedades no solo representan una solución para la producción de carne bovina, sino que también pueden mejorar la sostenibilidad de los sistemas ganaderos de la región.
El grupo de investigación continúa desarrollando nuevas especies y realizando ensayos en diferentes puntos del país para evaluar el desempeño de las pasturas en distintas condiciones. En paralelo, se está trabajando en mejorar la resistencia al pastoreo y la producción de semillas, con el fin de que los productores ganaderos puedan acceder a estas nuevas variedades de pasturas en el mercado de semillas.