Por Agroempresario.com
La sequía continúa azotando a la provincia de Chaco, donde los efectos de la falta de precipitaciones ya son devastadores para la agricultura y ganadería. En los últimos meses, las lluvias se han mantenido entre un 20% y un 60% por debajo de lo esperado, lo que ha resultado en una caída drástica de hasta el 80% en la producción de cultivos clave como soja, maíz, sorgo y algodón. A esto se suman las graves consecuencias para la ganadería, donde la escasez de pasto y agua ha obligado a muchos productores a vender su hacienda de manera anticipada.
La situación se complica aún más por la alta temperatura, que ha empeorado el estrés en los cultivos y ganado. Eduardo Trangoni, dirigente de la Federación Agraria Argentina (FAA) en Chaco, enfatizó el impacto de la sequía: "De la agricultura en la provincia no quedó nada. Se está cosechando un 20% de algodón, pero lo sembrado en octubre, noviembre y diciembre no ha crecido. Las plantas apenas superan los 20 cm", explicó. Con cultivos prácticamente arrasados, la esperanza de los productores se ve cada vez más lejana.
Según las proyecciones, las pérdidas en la región podrían ser millonarias, afectando tanto a los agricultores como a los ganaderos. La falta de lluvia durante el trimestre ha sido especialmente grave en el este de Chaco, que ha registrado niveles de precipitaciones dentro del 10% más bajo de los últimos años, lo que agrava aún más la situación. "No hay nada que hacer; esperamos que esto termine pronto", manifestó Trangoni, que también anticipó que la falta de lluvias podría tener efectos negativos a largo plazo sobre la ganadería.
Este panorama ha llevado a las autoridades locales a tomar medidas urgentes. En los próximos días se realizará un relevamiento oficial de la situación en la provincia, con la participación de productores y funcionarios, en el marco de la Comisión de Emergencia Agropecuaria. Este informe será presentado al Ministerio de Producción de la provincia para buscar la declaración de emergencia agropecuaria. "Va a haber un alto grado de afectación sobre la ganadería, por la falta de terneros. El próximo año va a ser muy difícil", resumió Trangoni.
La crisis no solo afecta a los productores, sino también al gobierno, que se encuentra evaluando la magnitud del desastre. El ministro de Producción, Oscar Dudik, y su equipo técnico están trabajando para cuantificar las pérdidas no sólo en términos de cultivos, sino también en relación con el endeudamiento de los productores y las posibles ayudas que se necesiten.
El productor de Pampa del Indio, Juan Hutak, quien se dedica a la ganadería y horticultura, expresó que la situación en su región es "muy preocupante". En el norte de Chaco, las altas temperaturas y la falta de agua están afectando la disponibilidad de pasto, lo que obligó a muchos ganaderos a vender sus animales para aliviar la carga del campo. "Hoy estamos al 35% de la capacidad productiva. Hemos tenido que vender el 65% del rodeo", explicó Hutak, quien también destacó la dificultad de encontrar pasturas en la región.
A pesar de que se esperan lluvias moderadas en los próximos días, el pronóstico no es alentador. Las lluvias de los próximos días podrían sumar entre 20 y 40 mm, pero en general, no se espera que sean suficientes para revertir la crisis de los cultivos y la ganadería en el corto plazo. "Aunque llueva, la posibilidad de recuperación es baja, ya que estamos a mitad de marzo, y el invierno se aproxima", advirtió Hutak.
Por otro lado, la economista Natalia Gattinoni del INTA subrayó que las lluvias de este trimestre se ubicaron muy por debajo de lo esperado, especialmente al este de Chaco, donde las precipitaciones estuvieron dentro de los 10 trimestres más secos de la historia. "Esperamos lluvias hacia el fin de semana, pero las previsiones no son lo suficientemente fuertes como para revertir la situación", indicó Gattinoni.
El impacto económico de la sequía ya se está sintiendo en la región. Gustavo Pistone, productor ganadero de Chaco, explicó que la venta masiva de hacienda provocará una reducción significativa en la producción de carne, lo que afectará tanto a los productores como a la región en términos de ingresos. "Al tener menos cabezas de ganado, se producirán menos kilos de carne, lo que impactará en el mediano plazo", señaló Pistone.
Además, la venta anticipada de hacienda tendrá un impacto en los impuestos, ya que los productores deberán afrontar pagos concentrados debido a las ventas forzadas. Pistone sugirió que el Estado debería considerar posponer el pago de impuestos, como el Impuesto a las Ganancias, ya que las ventas fueron motivadas por la crisis y no por un aumento en la rentabilidad.
El economista Ramiro Costa, de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, también se mostró preocupado por el impacto de la sequía en la producción agrícola de Chaco. Según Costa, las altas temperaturas y la falta de lluvia desde enero han desencadenado un estrés térmico-hídrico en todos los cultivos en estado vegetativo. En febrero, la situación se agravó, afectando principalmente la soja y el maíz, que han sufrido una caída en el rendimiento potencial estimado debido a la falta de agua. "La soja experimentó un deterioro significativo, con una caída de 35 puntos porcentuales en las categorías normal a excelente", explicó Costa.
El sorgo granífero, aunque más tolerante a la sequía, también muestra signos de estrés, y solo el girasol ha logrado escapar de los efectos negativos de la sequía. La estimación de pérdidas para la producción de soja es de aproximadamente un 23,6% en comparación con la campaña anterior.
Aunque el pronóstico de lluvias moderadas brinda algo de esperanza a los productores, la situación sigue siendo crítica. Para los agricultores, las lluvias ayudarán a recargar el perfil de los suelos para futuras siembras, pero las pérdidas en los cultivos actuales ya son irreversibles. Para los ganaderos, las lluvias pueden aliviar la escasez de agua, pero el daño ya está hecho.
En los próximos días, los productores de Chaco y otras provincias afectadas esperan más detalles sobre las medidas que tomará el gobierno para mitigar los efectos de la sequía. Sin embargo, a medida que la crisis se prolonga, la preocupación sobre el futuro de la agricultura y ganadería en la región sigue creciendo, mientras se evalúan las pérdidas y se espera una posible emergencia agropecuaria.