Girasol: más producción en La Pampa, pese al estrés hídrico y el clima desafiante

Por Agroempresario.com

La cosecha de girasol en La Pampa, una de las provincias clave para la producción nacional, enfrenta un escenario climático desafiante, pero se proyecta que alcanzará las 537 mil toneladas en 2025, un 20% más que el año anterior. Este aumento se debe principalmente a la expansión del área sembrada, que logró mitigar en parte los efectos del estrés hídrico que afectó los rendimientos.

A pesar de las altas temperaturas y la falta de lluvias que impactaron directamente en el llenado de los granos, los productores pampeanos han logrado superar los desafíos. El rendimiento promedio provincial se estima en 19 quintales por hectárea, una cifra por debajo de la campaña anterior y de los promedios históricos, debido principalmente a las condiciones extremas durante el mes de enero.

Las diferencias en los rendimientos son notorias dentro de la provincia, con Maracó alcanzando los mejores resultados, con 25,2 quintales por hectárea, mientras que Atreucó presenta los valores más bajos, con 13,5 quintales por hectárea. A pesar de la caída en los rendimientos, la mayor superficie sembrada permitió compensar en parte la merma, lo que resultó en un incremento general en la producción.

Con una participación en la producción nacional estimada en un 12%, La Pampa se mantiene como un actor clave en la producción de girasol en Argentina, a pesar de los altibajos que enfrenta debido al clima. Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, la provincia representa el 14,4% de la superficie sembrada en el país, lo que refuerza su importancia dentro de la cadena productiva.

A nivel de sanidad de los cultivos, la plaga más reportada en girasol fue la oruga medidora, aunque también se registraron ataques en soja, maíz y maní por diversas plagas. En cuanto a la condición de los lotes, el porcentaje de cultivos en estado regular o malo aumentó al 30%, lo que refleja el impacto de la sequía y las altas temperaturas.

A pesar de estos desafíos, las recientes lluvias de febrero y marzo han dado un respiro, especialmente para los cultivos estivales que aún atraviesan su etapa crítica. Los productores continúan con la esperanza de que estos eventos climáticos favorables ayuden a mejorar la situación y contribuyan al crecimiento de la producción de girasol en el país.