Por Agroempresario.com
La relación comercial entre Argentina y Estados Unidos atraviesa un nuevo capítulo de negociaciones, esta vez centrado en la importación de toros y vacas para reproducción desde territorio norteamericano. Desde hace meses, técnicos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) trabajan en tratativas con sus pares estadounidenses para evaluar la viabilidad de esta apertura, aunque hasta el momento no se ha tomado una decisión definitiva.
El tema cobró relevancia luego de que la Casa Blanca, en un documento oficial emitido tras anunciar nuevos aranceles comerciales globales, acusara a Argentina de mantener una prohibición "infundada" sobre la importación de ganado vivo estadounidense desde 2002. Según el informe, el país sudamericano restringe el ingreso de estos animales debido a preocupaciones sanitarias vinculadas a la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), conocida como el "mal de la vaca loca".
En la misma publicación, el gobierno de Joe Biden destacó que Estados Unidos mantiene un déficit comercial de USD 223 millones con Argentina en carne vacuna y productos cárnicos. Para revertir esta situación, Washington impulsa una negociación técnica que permita la exportación de toros y vacas vivas a Argentina, lo que marcaría un cambio significativo en el comercio ganadero bilateral.
Fuentes del sector ganadero indican que la apertura del mercado argentino al ganado vivo estadounidense no supondría un riesgo sanitario significativo. Estados Unidos detectó su primer caso de EEB en 2003 y el más reciente en 2023 en Carolina del Sur. Sin embargo, organismos sanitarios internacionales y especialistas en genética bovina sostienen que los controles actuales garantizan un nivel de seguridad adecuado para evitar cualquier riesgo de transmisión de la enfermedad.
A nivel productivo, los expertos coinciden en que el ingreso de reproductores en pie desde EE.UU. tendría un impacto limitado en la ganadería de carne, dado que Argentina ya cuenta con una genética de alta calidad. Sin embargo, podría generar mayor incidencia en la producción lechera, donde el país importa grandes volúmenes de semen bovino para mejorar sus rodeos.
En 2024, Argentina importó 3,099 millones de dosis de semen bovino, de las cuales el 90,62% correspondió a biotipos lecheros y el 9,38% a razas de carne. De este total, el 81,8% provino de ejemplares de la raza Holando, el 5% de Angus negro y el 13,2% de otras variedades. Estados Unidos es el principal proveedor, aportando entre el 60 y el 65% del total importado.
A pesar de esta fuerte presencia de genética estadounidense en el país, la importación de ganado vivo sigue siendo un punto de fricción en la relación comercial. Según un informe de la Asociación para el Desarrollo de la Pesca Argentina (Adpa), si bien Argentina reabrió su mercado a la carne de res estadounidense en 2018, la importación de ganado en pie sigue pendiente de un acuerdo técnico sobre certificación sanitaria.
En el plano de las exportaciones, Argentina incrementó sus envíos de carne bovina a Estados Unidos en un 45,5% en 2024, alcanzando las 34.800 toneladas. Este comercio representó ingresos por USD 132,688 millones, impulsados en parte por una cuota de 20.000 toneladas que pagan un arancel insignificante de 4,4 centavos de dólar por kilo (USD 44 por tonelada). Sin embargo, los envíos que superan este cupo enfrentan un arancel del 26,4%, lo que encarece su competitividad en el mercado norteamericano.
Por su parte, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) proyecta que en 2025 el país exportará carne por USD 2.820 millones e importará por USD 4.875 millones, consolidando su papel como una de las mayores potencias en el comercio de carne vacuna.
El futuro de la importación de toros y vacas estadounidenses dependerá del avance de las negociaciones técnicas y de las decisiones políticas de ambos países. Mientras Argentina busca mantener el equilibrio entre la protección sanitaria y las relaciones comerciales con su principal socio en el hemisferio, Estados Unidos presiona por un acceso más amplio a su producción ganadera.
El desenlace de esta discusión podría redefinir el comercio de genética bovina en Argentina y marcar un nuevo hito en la relación bilateral, en un contexto donde ambos países buscan consolidar su presencia en el mercado global de carnes.