Por Agroempresario.com
En la Cuarta Temporada de "Comunicándonos en Agroempresario.com", junto a Fernando Vilella, Director de Desarrollo Estratégico y Contenidos de Agroempresario.com, Alejandro Gennari —doctor en Economía y Política Agroalimentaria con el fin de transmitir ideas y compartir experiencias que transforman realidades productivas es una de las premisas que impulsa la Cuarta Temporada de “Comunicándonos en Agroempresario.com”. En esta edición, el Dr Gennari compartió una mirada integral sobre la vitivinicultura en Mendoza, la innovación como motor, la importancia de la gestión del agua y el potencial del turismo en regiones con identidad productiva.
“Estoy impresionado por las cosas que están haciendo aquí, y la verdad que poder dar un granito de arena es muy gratificante”, dijo Gennari al comenzar su participación. Un agradecimiento cálido al equipo de Agroempresario.com y a Fernando Vilella, con quien compartió un profundo análisis sobre el presente y el futuro de la economía vitivinícola en Argentina.
Alejandro Gennari recorrió un largo camino académico y profesional que lo llevó desde la agronomía hasta especializarse en economía agroalimentaria en Italia. Estudió en dos instituciones italianas, donde realizó una especialización que lo apasionó tanto que decidió abandonar la agronomía clasica para dedicarse de lleno a la economía de los sistemas agroalimentarios.
Durante el auge de esta disciplina, entre finales de los años 80 y principios de los 90, realizó un doctorado en Economía y Política Alimentaria en la Universidad de Padua, doctorándose en 1993. Padua, situada en la región vitivinícola del Veneto, no solo es un centro clave de producción de vinos, sino que también alberga una de las universidades más antiguas del mundo occidental, cuna del pensamiento científico y lugar de docencia de Galileo Galilei.
“Padua es un símbolo de innovación desde hace siglos, y su legado en la ciencia y el conocimiento sigue vigente”, comentó. Esta conexión histórica entre ciencia, educación y territorio productivo fue clave para su formación.
Gennari hoy mantiene vínculos académicos con la Universidad de Padua y es parte de un consorcio europeo que ofrece maestrías en gestión económica del vino, con sede principal en Montpellier, Francia. Este programa ha convocado a estudiantes de todo el mundo, y él mismo participa activamente en clases en Burdeos, otro centro de referencia para la vitivinicultura global.
“Actualmente tenemos un becario turco que cursa su maestría en Alemania”, señaló, destacando la dimensión internacional de su trabajo. Estas experiencias enriquecen su perspectiva sobre el vino no solo como producto, sino como vector económico, cultural y territorial.
La fascinación de Gennari por el vino no es solo teórica. Su tesis doctoral se centró en la estructura del mercado vitivinícola argentino y la medición de la concentración de empresas. Un hallazgo clave fue que la legislación antimonopolio en Argentina estaba desactualizada en comparación con Estados Unidos, lo cual limitaba el desarrollo competitivo.
“La innovación es un concepto permanente, aunque no siempre se lo mencione. Se vive todos los días, y la vitivinicultura es un laboratorio de innovación, especialmente en un ambiente tan frágil como el de Mendoza”, reflexionó.
Uno de los mayores desafíos de la región es la gestión del agua. La transición de una viticultura de masa a una de calidad permitió que, con menos hectáreas cultivadas, se alcanzaran e incluso superaran niveles de facturación previos. Mendoza, además, es una de las pocas regiones argentinas que llega con productos con marca a mercados internacionales.
“El vino argentino ya se publicita en Miami. Esa presencia en lugares donde se agrega valor es fundamental”, explicó Gennari. La construcción de marca es una estrategia clave para competir con países como Chile, que ha avanzado significativamente en posicionamiento internacional. Sin embargo, los problemas económicos y la crisis cambiaria en Argentina han afectado al turismo enológico, especialmente con la pérdida del turismo brasileño, lo que encareció el destino frente a competidores regionales.
Salta es un ejemplo interesante en este contexto: con menos hectáreas cultivadas, ha logrado posicionarse como un destino turístico vitivinícola con alto impacto económico. Para Gennari, la infraestructura, la conectividad aérea y la calidad de la experiencia turística —donde la gastronomía local juega un papel destacado— son fundamentales para replicar estos casos de éxito.
La discusión sobre la gestión del agua atraviesa todos los sectores productivos de Mendoza. Gennari lo resume con una metáfora poderosa: “La gestión del agua es comparable a la regulación monetaria”. El recurso hídrico, escaso y disputado, requiere consensos sociales y regulaciones claras. La agricultura es la principal consumidora, pero la minería también puja por este recurso, generando tensiones ambientales y sociales.
“La minería puede generar beneficios económicos, pero también conlleva riesgos. Es necesario que la sociedad controle estas actividades y que las instituciones sean fuertes y transparentes”, alertó. La gestión del agua, por tanto, debe ser colectiva y participativa.
Gennari destacó el valor de las denominaciones de origen y la identidad geográfica para la consolidación de los vinos argentinos en los mercados internacionales. La articulación entre actores —bodegas, productores, gobiernos locales y nacionales— es esencial para sostener estándares de calidad, proteger la imagen país y generar desarrollo regional.
“La vitivinicultura no solo se trata de producir vino, sino de generar un impacto positivo en las comunidades locales”, expresó. En este sentido, el concepto de desarrollo sostenible se vuelve central: es necesario que las regiones productoras prosperen sin perder su cultura, saberes ni recursos.
Muchas bodegas argentinas han adoptado certificaciones orgánicas y prácticas de triple impacto (económico, social y ambiental), lo que no solo aporta diferenciación, sino que también fortalece el territorio. Además, existe una sinergia creciente con otras industrias, como la del aceite de oliva, que encuentra en el vino un aliado para conquistar mercados.
La cooperación entre productores es una condición indispensable para sostener este modelo. Gennari destaca que “la competencia controlada y la colaboración entre bodegas pueden beneficiar a todos los involucrados”. La creación de experiencias turísticas auténticas, que reflejen la cultura y el patrimonio local, es un camino prometedor para agregar valor.
Argentina tiene una oportunidad clara para consolidar su vitivinicultura como motor de desarrollo económico, social y ambiental. Para eso, es imprescindible mejorar la competitividad, profesionalizar la gestión del agua, diversificar la producción, fortalecer la marca país y promover experiencias turísticas integradas.
Gennari es optimista, pero realista: “La vitivinicultura en Mendoza enfrenta desafíos, pero también presenta oportunidades significativas. La gestión del agua, la innovación y la colaboración son elementos clave para el desarrollo sostenible de la industria”.
Con un enfoque integral, que combina conocimiento técnico, visión global y compromiso con las comunidades, Alejandro Gennari aporta un análisis valioso para pensar el futuro del agro argentino en un contexto global cada vez más desafiante.