Por Agroempresario.com
La economía argentina recibió un doble alivio en una semana clave: por un lado, la distensión internacional tras la pausa en la guerra comercial entre Estados Unidos y China; por el otro, los avances concretos en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que apuntan a firmar un acuerdo por u$s 20.000 millones con un plazo de diez años y cuatro años y medio de gracia. Sin embargo, los analistas advierten que estos elementos, si bien dan aire, no resuelven los desafíos estructurales, especialmente la salida del cepo cambiario.
El freno momentáneo a los aranceles impuestos por Estados Unidos, que habían sacudido los mercados globales desde abril, trajo algo de calma a los capitales. Esta pausa comercial fue bautizada como "la guerra de los seis días", en alusión a la ofensiva militar de 1967, y dio lugar a una recuperación parcial de activos financieros y a una mejora en el apetito por mercados emergentes.
En simultáneo, el equipo económico liderado por Luis Caputo aceleró las conversaciones con el FMI. El objetivo principal del acuerdo es reforzar las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina (BCRA), debilitadas en las últimas semanas, para preparar el terreno hacia la eliminación de los controles cambiarios. Estos controles son vistos por inversores como una barrera clave para destrabar el ingreso de capital y fomentar nuevas inversiones, particularmente en el sector agroindustrial y energético.
El respaldo de organismos internacionales, que se sumarán al paquete del FMI, también apunta a sostener el equilibrio macroeconómico en una etapa que todavía es frágil. La consultora Moody’s destacó que este acuerdo ayudará a estabilizar las reservas y a preparar al país para una fase más compleja: la salida del cepo y la normalización del tipo de cambio. Sin embargo, también advirtió que las perspectivas de largo plazo se complican por la caída en los precios de los hidrocarburos, consecuencia directa del conflicto arancelario global.
Las dudas sobre el nuevo régimen cambiario, aún no definido en detalle, fueron un factor clave en la pérdida de más de u$s 3000 millones en reservas en marzo. Esta incertidumbre también afectó las expectativas de inflación y las decisiones de inversión en sectores clave como la minería, el litio y el agro, pilares del desarrollo exportador.
Aunque el riesgo país bajó a 889 puntos, reflejando cierta calma financiera, el contexto internacional sigue siendo volátil y plantea nuevos interrogantes. La Argentina necesita más que oxígeno: requiere definiciones claras, previsibilidad y una hoja de ruta concreta para lograr el equilibrio económico, atraer inversiones genuinas y potenciar su sector productivo.