Por Agroempresario.com
En un contexto de cambios profundos y nuevas oportunidades para el sector ganadero argentino, la recría vuelve a estar en el centro de la escena. Esta etapa, que conecta la cría del ternero con la terminación, es hoy una de las mayores apuestas para lograr eficiencia, competitividad y valor agregado. Para Sebastián Riffel, ingeniero agrónomo, especialista en nutrición animal y socio de una reconocida consultora junto con Juan Elizalde, la clave está en tres prácticas que no requieren grandes inversiones, pero sí un enfoque profesional: comprar bien, recriar muchos kilos a bajo costo y vender en el mejor momento del año.
“La Argentina tiene una deficiencia muy grande en la recría, pero también una gran oportunidad para mejorarla”, sostuvo Riffel durante una jornada técnica organizada por Select Debernardi. Según explicó, el país produce anualmente entre 13,5 y 14 millones de terneros (sumando machos y hembras), pero solo una fracción de los machos destetados—alrededor de 3 millones—llega a convertirse en novillo pesado. El resto se faena como animales livianos, generalmente por debajo de los 380 kilos.
Este esquema implica una pérdida significativa de potencial productivo. “Hay muchos animales que se faenan como terneros bolita de 290, 300, 320 kilos, o como novillitos de 340 o 360 kilos, sin aprovechar todo el peso que podrían ganar”, explicó el especialista. Y agregó: “Eso es carne que se pierde y rentabilidad que no se captura. Es un problema estructural de la ganadería argentina”.
Riffel reconoce que la ganadería local ha sido históricamente golpeada por políticas erráticas, intervención estatal y un contexto macroeconómico desfavorable. Sin embargo, también ve señales de cambio: “Si efectivamente avanzamos hacia un esquema de libre mercado, donde se premien la eficiencia y la productividad, el modelo de recría larga debería consolidarse como la nueva norma”, indicó.
El objetivo: pasar de un sistema centrado en el novillito liviano—apto solo para el consumo interno—hacia una estrategia que permita obtener animales pesados, de doble destino. Es decir, que sirvan tanto para abastecer el mercado interno como para exportar sin restricciones. “Producir novillos de 450 o 500 kilos debe ser el norte. Eso requiere recría bien planificada, más tiempo en el campo y una estrategia clara”, subrayó.
Riffel sintetiza la estrategia en tres puntos básicos que, bien ejecutados, garantizan éxito económico y productivo:
En la práctica, esto implica un esquema donde los terneros se compran en otoño, se recrían en pasturas hasta fin de año o incluso hasta febrero o marzo, y luego se terminan en corral para su venta entre marzo y mayo. “Si se manejan bien esas tres variables, no puede fallar”, insistió Riffel.
Uno de los aspectos más críticos que identifica el especialista es la falta de planificación y control en muchas explotaciones ganaderas. “Hay productores que no saben cuánta carne producen. Eso, en una empresa agrícola, sería inadmisible”, denunció. Para él, no medir significa producir a ciegas: sin saber si se gana o se pierde dinero, ni si es posible mejorar el sistema.
Riffel propone incorporar herramientas de planificación y evaluación, tanto técnicas como económicas. “Hay que saber cuánto se ganó por hectárea, cuál fue el costo del kilo producido, qué margen dejó el modelo. Solo así se puede tomar decisiones racionales y proyectar un crecimiento sostenible”, explicó.
En este sentido, recomendó profesionalizar el manejo del pastoreo con personal capacitado, implementar franjas diarias o rotaciones ajustadas, y llevar registros productivos constantes. “La eficiencia no se logra solo con genética o con más inversión: empieza por manejar mejor lo que ya se tiene”, aseguró.
El modelo de recría prolongada, sobre pasturas y con planificación, se presenta como una herramienta clave para enfrentar los desafíos actuales del negocio ganadero. En un mundo con menos terneros disponibles, relaciones de compraventa cada vez más desventajosas y consumidores que exigen calidad, el productor que pueda sumar kilos de manera eficiente será el que sobreviva.
“Quien tenga capacidad para producir un novillo de 500 kilos a buen costo va a estar mejor posicionado para competir en cualquier mercado”, resumió Riffel. Por el contrario, continuar con estrategias de recría corta—donde apenas se agregan 60 o 70 kilos y se vende en el peor momento del año—lleva directo a la pérdida de rentabilidad.
Además, el especialista enfatizó que la Argentina tiene superficie y condiciones para implementar este cambio sin necesidad de resignar agricultura. “Hay espacio para hacer más pasto y mejorar la integración agrícola-ganadera. No es necesario dejar de sembrar: es cuestión de planificar y usar bien los recursos”, apuntó.
Con señales de apertura económica, mejores precios relativos y una demanda global que busca carne de calidad, el contexto es propicio para dar el salto. Pero hacerlo requiere más que entusiasmo: demanda profesionalismo, estrategia y visión de largo plazo.
“La recría no es solo una etapa del proceso ganadero. Es una oportunidad para construir un sistema más rentable, eficiente y sostenible”, concluyó Riffel. “Y si se hace bien, no puede fracasar”.